martes, 28 de junio de 2011

El banco

Estaba siendo una mañana tranquila en el Banco Principal de Littletown, pero dejó de serlo en el preciso instante en que el empleado John Wright descolgó el teléfono.

-¡John! ¿Eres tú?

-Claro cariño, soy yo, ¿quién iba a ser? ya te dije que estaría solo esta mañana.

-John, escúchame con atención, por favor- Al otro lado del hilo telefónico las palabras de su mujer salían entre vertiginosas y tartamudas como las balas de una ametralladora.- John, han entrado en la casa, son dos, van armados con pistolas, están apuntándome, a la niña también, dicen que nos matarán si no haces lo que te voy a pedir. Quieren que metas todo el dinero de la caja en una bolsa y lo tengas preparado, un hombre vestido de sacerdote irá a recogerlo. ¿Lo harás, John, lo harás? Dime que sí, por favor.

-Si amor, lo haré, diles que lo haré, trata de tranquilizarte.

La conversación se interrumpió y tras unos instantes de vacilación John se levantó, fue al armario donde se guardaban los productos de limpieza, cogió una bolsa de basura y empezó a meter todo el dinero que había en el banco aquella mañana. Acabó sudoroso y se sentó a esperar.

Diez minutos después un hombre de unos cincuenta y cinco años y pelo canoso, vestido con sotana y alzacuellos cruzaba la puerta del banco y se dirigía al mostrador donde le esperaba un nervioso John Wright.

El reverendo Brown no tuvo tiempo a abrir la boca, se quedó sorprendido y mudo cuando el empleado Wright puso la bolsa en sus manos.

-Tómelo, tómelo y márchase, es suyo.

-¡Cálmese, cálmese!- le pedía un confuso reverendo Brown.

Pero ante la insistencia de aquel hombre en que saliera de allí con aquella bolsa, la abrió y dio gracias a Dios por escuchar las plegarias en las que pedía la ayuda divina para lograr poner en marcha un comedor social en su Parroquia de San Antonio. El reverendo Brown salió pues del banco, a empujones y con los brazos llenos.

Cuando arrancó su coche, otro sacerdote, éste de aspecto bonachón, atravesaba la puerta del Banco Principal de Littletown, al verlo, el padre Brown no pudo evitar un pensamiento en voz alta:"No hay duda, éste es el banco del Señor".

sábado, 25 de junio de 2011

El Sunshine Award


Hace unos días recibí un premio por partida doble, el Sunshine Award. Me llegó primero desde el blog 40añera una más, y poco después me lo volvió a otorgar otro blog amigo, el de Bee Borjas. Fue un bonito e inesperado regalo. Para las dos éste es un sitio que merece visitarse, consideración que les agradezco enormemente ya que sus espacios son para mi una referencia.

El premio, aparte de reconocer la labor de los que dejamos parte de nuestro tiempo en el universo blogger tiene un segundo objetivo, dar a conocer una docena de blogs que el destinatario del galardon considere que valgan la pena. Así va mi reparto.

And the Sunshine Award goes to:

Patty, por su romántico, melancólico y gótico blog: La Guadaña.

El Sonido de mi tambor, en la otra vida Bluetomate. Así se ve el mundo cuando vas encima de una bicicleta.

Cimafermin, que comparte con el anterior el servirme de guía cuando me adentré en este mundo.

El Planeta de Cristal. El íntimo blog de la mujer invisible es otro de mis favoritos.


Filmtrue, el blog de cine de Andrea, que me recomienda o desaconseja según su muy acertado criterio.

Aunque se está haciendo de rogar últimamente, otro que merece la pena por sus textos y sus oníricas imágenes es: Lo que no entiendo, la ventana al mundo de Joplin. Las cosas buenas que uno se encuentra por la red.

Un blog de referencia para los relatistas y con un número de seguidores galáctico, el de Humberto Dib.

Si no te asusta la sangre deberías pasarte por el blog de la Condesa Bathory, Los Secretos de la Condesa Bathory, seguro que te quedarás.

Muchos de los blogs que visito son modestos, pero pronto dejarán de serlo, mi reconocimiento para Vangelisa La Libélula.

El Diario de Incontinencia del Adivín Serafín, y sus originales micros.

El culinario blog de Isa, que parece una profesional tanto como blogger como metida entre fogones, así pues, premio para Escuciplando.

Y ex aequo para mis anfitrionas, devuelvo el galardón a la estupenda microrrelatista BeeBorjas exonerándola del compromiso de realizar otra lista que no sea la de sus cantantes de blues preferidos, e igualmente para el personal blog de 40añera, pero con su lista de rockeros.

Creo que cumplo con todos los requisitos: agradezco el premio, le dedico una entrada, lo hago extensivo a doce blogs que a mi juicio merecen la pena y lo notifico.


viernes, 24 de junio de 2011

Una deuda pendiente


No me gusta tener deudas y tenía una pendiente desde el otoño cuando te prometí este "I only want to be with you", en la versión de Dusty Springfield, para cuando llegara la primavera. Ya ves, se me ha echado encima el verano, aunque siempre podré decir: "más vale tarde que nunca".

jueves, 23 de junio de 2011

El último día de la primavera

Ya recuerdo lo que te quería contar, me ocurrió hace tan solo un par de días y no es fácil de olvidar, tiene el regusto inquietante de los cuentos de Stevenson.

Despedí la primavera como mejor pude, dejándome acariciar por los rayos del sol mientras dormitaba sobre la hamaca, el día estaba siendo de calor sofocante. Fue más tarde, mientras se ponía el sol cuando las nubes hicieron su aparición, y más tarde aún, cuando la luna se hizo dueña de los cielos, cuando comenzó a llover. Transitaba yo en aquel momento con mi automóvil por una carretera, ascendente y llena de curvas, que rezumaba vapor al contacto de las gotas con el asfalto todavía caliente. Pequeñas nubes, blancas como fantasmas, nacían de entre la negrura y se elevaban deslumbradas y sin tiempo para escapar por los faros de mi coche. Yo las atravesaba una y otra vez volviendo intermitentemente a encontrar diáfana la carretera. Fue llegando al alto cuando mi acompañante me indicó inútilmente que girara a la derecha, digo inútilmente porque lo hago siempre y no hacía falta que me lo recordase, pero al caer en la cuenta de lo que me había dicho me volví hacía él para comprobar lo que ya sabía, que no había nadie más en el auto y que esa era la carretera del cementerio.

lunes, 20 de junio de 2011

La Transcantábrica

Los días se van acercando y acrecentando en mi interior una mezcla, por una parte de ilusión y por otra de temor. Ilusión porque tengo ganas de vivir nuevas experiencias y esta lo es, nunca antes había hecho nada similar, y de temor, si, porque temo al calor, al frío, al viento, a la lluvia, a la dureza de las etapas, al cansancio... Tengo ganas de estar dentro y ver como van respondiendo mis piernas, si recuperan o se vuelven pesadas, si acusan el esfuerzo y se llenan de calambres o si el ritmo tranquilo que me prometen mis compañeros harán que no note nada que no se pueda arreglar con una buena cena, una cerveza y un sueño reparador.

De la idea inicial de partir desde Potes hacia Somiedo, se ha llegado a esta otra que parte en sentido contrario: el próximo 1 de julio haremos noche en Burbia y al día siguiente pondremos rumbo a Peranzanes, y de ahí a Leitariegos, Torrestío, Brañilin, Puebla de Lillo, Oseja de Sajambre y Cosgaya; estoy seguro de que será una buena semana y que durante un tiempo no me faltarán historias que contar. Paliaré mi mala memoria incluyendo en mi mochila lápiz y libreta.

miércoles, 15 de junio de 2011

El pequeño Bambi

Mi bici me regala muchos momentos estupendos y algunos muy especiales. Aquí sólo veréis al pequeño Bambi pero yo tuve la suerte de ver también, aunque fuera fugazmente, a su mamá y a su hermanito.


martes, 14 de junio de 2011

Es bueno madrugar

Este domingo madrugué más de lo habitual, cogí mi bicicleta y, en solitario, salí en busca de la naturaleza. Camino del Fario me encontré con otro solitario y madrugador biker que me hizo compañía. Juntos subimos al Fario, bajamos a la Peña de los Cuatro Jueces y seguimos descendiendo hasta Rioseco por una pista desconocida para mi que parte de la salida de Paragüezos y sale cerca de las escuelas de Rioseco. Como mi acompañante, bttgijon, iba armado con una cámara de vídeo, podéis ver una parte de la ruta aquí debajo. Gracias, Jorge.



Y yo no dejaría de ver éste que grabó él solo una vez que soltó el lastre.




lunes, 13 de junio de 2011

La rata



¿Por qué? ¿Qué había en su cabeza? Nadie se lo explica. Era domingo, se había levantado temprano, cogió el coche y salió sin rumbo fijo. En la radio sonaba Lou Reed, la de siempre, Walk on the wild side, y como siempre que la escuchaba tatareaba el famoso doo doo doodoo, doo doo doodoo... La rata cruzó la carretera por delante del auto de derecha a izquierda y desencadenó su instinto, dio un volantazo y la aplastó. No hubiera hecho lo mismo con un perro, ni con un gato, si hubiera podido evitarlo, pero era una rata y a las ratas había que matarlas. Que en aquel momento otro coche circulara por allí en sentido contrario fue un daño, más que nunca, colateral.

miércoles, 8 de junio de 2011

Un depredador más en la selva




Tiene catorce años, no más, catorce años de esos que no saben a nada cuando naces adulto, cuando no tienes a nadie en el mundo, cuando arrastras la ropa raída y los playeros rotos, cuando el único alimento es la munición de una ametralladora tan alta como tú, cuando eres un depredador más en la selva...

Está frente a mi, me apunta con ojos de no entender nada, le suplico pero veo que le importo menos de lo que le importaría un insecto, para él no existo, como tampoco existieron los anteriores. Ahora ya es tarde, llega mi hora, sonríe y el olor de la gasolina que rocía los cadáveres de mis compañeros de desventura me hace vomitar. Me pregunto qué hago allí, tan lejos de casa, yo, que me creía tan valiente, me preg...

¿Dónde estaba? Vuelvo a verlo todo desde arriba, donde antes no había nada, sólo la hierba alta, ahora veo llamas y personas que saltan, oigo gritos donde antes había silencios, el aire ya no es limpio, yo... yo floto sin mi paracaídas.

lunes, 6 de junio de 2011

La importancia de los comentarios

Viene del anterior.



Fui muy confiado, debí imaginármelo, debí sospechar que alguien con tanto poder como para controlar el tiempo tendría también otros poderes, debí preveer que no se iba a quedar impasible ante la traición y la revelación de su malas artes.

No le importó cargar de golpe sobre sus hombros con el tiempo acumulado por las lentas manecillas del reloj de cuco, lo estrelló contra el suelo y no tuvo piedad del pajarito cuando sobresaltado por el terremoto se asomó en un desesperado intento por pedir auxilio, lo último que vio fue la suela del zapato que le aplastó contra el piso. En mi caso las consecuencias fueron, digamos... más sutiles.

No fui consciente de que algo fuera mal hasta el día siguiente, cuando sentado delante del ordenador me dispuse a escribir y me encontré con una fuerza invisible que impedía que mis manos se posaran sobre el teclado. Aunque lo intenté en días sucesivos siempre obtuve el mismo resultado y así, hasta hoy. Analizando el caso creo que ya se lo que ha pasado, creo que lo que hizo que se rompiera el encantamiento fue el comentario de Patty, así que ya veis hasta que punto puede ser importante que dejéis vuestras huellas cuando pasáis por sitios como este, sin saberlo podéis estar combatiendo contra poderosos hechiceros, como Raistlin, el gran mago de túnica negra y pupilas con forma de relojes de arena.

miércoles, 1 de junio de 2011

Un ladrón especial



Nadie que lo hubiese visto se hubiera podido creer que el hombre que estaba tras aquella mesa soplando la vela del pastel estuviera celebrando su ciento cincuenta cumpleaños, en verdad, aparentaba tener muchos menos. Sentado en una envejecida silla de despacho, el hombre retiró el plato después de probar un poco de la tarta y siguió contando los montoncitos de monedas de oro. La estancia estaba como siempre, a oscuras, pero el oro resplandecía a la luz de las velas, lo mismo que los relojes que poblaban las paredes. Si, las paredes del austero salón estaban cubiertas de relojes, pero también el aparador, las vitrinas y las mesitas, todo estaba lleno de relojes. La casa entera lo estaba, relojes de todos los tamaños, formas y colores, que marcaban horas distintas y que se movían muy muy despacio, relojes en los que las horas no tenían sesenta minutos sino muchos más, y no, no era por falta de cuerda, en ellos residía el secreto de la juventud de aquel "viejo". Desde que de pequeño había oído que el tiempo era oro, aquella pequeña frase se convirtió en una obsesión, "el tiempo es oro, el tiempo es oro, el tiempo es oro..." repetía sin parar. En capturarlo centró todos sus esfuerzos, y lo logró si, aunque sólo él sabe el como, sólo él, que guarda su secreto como el más valioso de los tesoros. Todo lo que yo te puedo decir lo sé por la confidencia de un pajarito que se asoma varias veces al día cuando canta las medias y las en punto, sí, el cuco me lo ha contado, es por eso que cuando siento que el tiempo se me va, me acuerdo de él, sé que me lo está robando ese ladrón, el ladrón del tiempo.

Otras cosas

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