domingo, 26 de agosto de 2012

Monsanto-Castelo Novo. Etapa 3. Ruta Aldeas Históricas. G.R.-22. Portugal.

Tercer día en el camino, tercer día en el convencimiento de que viajar en bicicleta es una manera perfecta de viajar, es hacerlo a la velocidad adecuada, la que te permite ver, la que te permite parar en cualquier lugar, descansar, hacer una foto, hablar, disfrutar, sentir.

En la noche de Monsanto el ladrido de un perro que dio una buena serenata se sumó a mi dificultad para conciliar el sueño que últimamente queda restringida a los viajes. En éste dormí muy poco. A los ciclistas del equipo Sky durante el Tour de Francia les llevaban los colchones en cada etapa para que no extrañaran la cama, pero yo no tengo quien me lo lleve y no me veo en la bicicleta acarreando un colchón, ni de los hinchables.Ya por la mañana madrugo un poco más que el resto y salgo a dar una vuelta por el castillo, después del desayuno lo visitaríamos en grupo.

Las calles de Monsanto donde la piedra natural y la trabajada se confunden. 

Un dicho popular reza:
Nunca se sabe en Monsanto, 
donde las águilas rozan con las alas,
si la casa nace de la roca, 
si la roca nace de la casa.


Al pie de las montañas que se veían a lo lejos estaba nuestro destino del día, Castelo Novo.



Mereció la pena la visita temprana a ese lugar mágico, el frescor del día a esa hora, las vistas espectaculares en todas las direcciones y sobre todo estar en un sitio tan totémico me cargó de energía para el resto del día.

Por si no fuera suficiente, un completo desayuno en la Taverna Lusitana hizo el resto. La verdad, es que en todos los sitios en donde estuvimos disfrutamos de unos desayunos estupendos.

Una vuelta por el castillo...

Una foto del grupo...

y nos despedimos de Joao a los pies de su taberna haciéndonos una foto con Viriato.

La etapa del día entre Monsanto y Castelo Novo dio como resultado casi 70 km. en una jornada de muchísimo calor, que empezó como no podía ser de otra manera, hacia abajo.

La bajada de Monsanto discurrió por un camino enlosado de piedras grandes y redondas muy divertido porque estaba seco, aunque estoy seguro de que en mojado también da la risa.

Apunto aquí para futuros viajeros que días después nos comentaron que Penha García, aldea muy próxima a Monsanto, es una preciosidad. Nosotros llevábamos otra dirección, dejábamos de bajar para ir remontando ligeramente en dirección este, nuestra siguiente parada las ruinas romanas de Idanha-a-Velha.

Adiós a Monsanto, un lugar del que marchamos encantados.



A la salida de Monsanto hubo algún momento de dudas, las indicaciones brillaban por su ausencia y al final, como siempre, el gps de Javi resultó providencial.

Ya en el camino correcto...

Y por buenas pistas...

 Nos acercábamos a Idanha Velha

 Entrando por su puente romano...

sobre el río Ponsul

 Visitamos el recrecido de su muralla e hicimos un alto en el camino.



Por un terreno que no era ya el de los días anteriores y con mucho calor llegamos a Proença a Velha
donde paramos a comer y dimos cuenta de las Sagres correspondientes. No sé si sería el efecto del calor pero ¡qué bien sabían esas cervezas!

La entrada a Proença da Velha por una buena cuesta


Con un calor matador nos ponemos de nuevo en movimiento

Aún quedaban muchos kilómetros, mucho calor y terrenos polvorientos hasta encontrar otro lugar donde poder hacer un alto. Ese lugar fue Orca, donde en un bar a la entrada del pueblo pudimos descansar un poco antes de proseguir en dirección a Atalaia do Campo y Póvoa do Atalaia.

Parar era una necesidad, el avituallamiento líquido no era a veces fácil.

En dirección a Póvoa da Atalaia, un pequeño alto para reparar un pinchazo, charlar con un menino

y confirmar el camino.
En esta foto se ve bien lo poco que abulta el equipaje para ocho días.



Una última parada al pie de la carretera, muy cerca de Castelo Novo para dar cuenta de unas piezas de fruta.

El final ya estaba cerca.
En la aproximación a Castelo Novo, Fran y un servidor fuimos acosados por unos perros con muy malas pulgas durante un buen trecho, el apurar las pedaladas pendientes de nuestros perseguidores nos puso sin darnos cuenta a los pies de nuestro destino.

Cómo era habitual en cada final de etapa, empinadas y adoquinadas calles por las que transitamos en busca del ansiado descanso. En esta ocasión la Casa de Castelo Novo, un precioso alojamiento rural en el medio del pueblo, donde también nos esperaba una buena cena.








Después de la cena dimos un agradable paseo por el castillo y las calles de Castelo Novo. La etapa siguiente: Castelo Novo- Dornelas do Zézere se presentaba a priori como una de las más duras, si no por los kms., era una etapa corta, sí por el desnivel.


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