La mañana en Sortelha amaneció fresca, lo mismo que había sido el anochecer. Tras un buen desayuno, preparamos las bicis y los bultos, y nos damos una vuelta por las ruinas de su castillo.
Cruzando Santo Antonio
Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen
no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen
brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra
del molino.
Fran no pudo disfrutar el descenso todo lo que a él le hubiese gustado por un llantazo en la rueda trasera. En la parada un rápido cambio de cámara y reparamos la cubierta que tenía un pequeño corte.
La salida de Meimao en una pequeña pero dura rampa nos dejó a las puertas de otro pinar en la Reserva Natural de Malcata y a orillas del pantano que vamos bordeando. Una parada al pie del pantano para avituallar antes de seguir.
Uno de los escasos momentos en los que nos tocó decidir entre seguir las marcas del G.R. y el track del gps, hacen que nos decantemos por este ultimo y entremos en una finca privada que abandonamos más adelante al ver el camino muy cerrado.
La siguiente parada la realizamos en Meimoa para repostar los bidones. La salida de Meimoa discurre por pistas muy ciclables, paralelas a la carretera principal, que nos introducen en un ocalital, con sus buenas rampas, y una zona de pinares por la que el descenso es practicamente a ciegas con el polvo que levantan los que van por delante.
Es una buena hora para comer y en el primer cruce de carreteras, aunque
en un principio salimos a nuestra izquierda, vemos que a la derecha
tenemos Penamacor y hacia allá nos dirigimos. Una buena subida bajo un
sol de justicia (es lo que se suele decir), que al final tuvo su
recompensa en el Restaurante Jardim, donde fuimos tratados muy
amablemente por su propietario, que casualidades de la vida, había
trabajado hace años con un asturiano aficionado a la pintura, Fernando
Quirós. En el interior del comedor nos hicimos una foto de recuerdo con
nuestro anfitrión delante de un cuadro que le había regalado el artista.
Eso fue después de haber dado cuenta de un buen menú a base de
ensalada, bacalao y pulpo a la parrilla y justo antes de que con una
pereza como pocas veces, volviéramos a subir a nuestras bicicletas.
Con Penamacor al fondo
En el momento de reponer fuerzas
Foto de grupo en el interior del restaurante Jardim donde nos dispensaron muy buen trato
Foto de grupo en el interior del restaurante Jardim donde nos dispensaron muy buen trato
Y una siesta al estilo... No, no hay siestas
En esos momentos en los que costaba arrancar era una bendición dar
pedales por terrenos tan llevaderos, lo único que castigaba
verdaderamente era el calor, menos mal que siempre había algún oasís en
el desierto.
Así llegamos a Aldeia de Joao Pirés donde abrevamos unas sagres antes de seguir hacia Monsanto
Monsanto frente a nosotros
Monsanto es un monte en el medio de una llanura, destaca a kilómetros de
distancia y la subida cuando llevas casi 80 km, parece que no se acaba.
Cuando has llegado a lo que crees que es el final estás a la mitad,
pero el esfuerzo vale mucho la pena.
La Taverna lusitana
Disfrutamos de un buen momento de relax, una hermosa puesta de sol y una acertada cena.
¡¡Cómo costó abandonar aquella terraza!!
Índice IBP
Track kml