Esta etapa tenía de especial que era el día que pasaríamos bajo el Arco de Cáparra, el arco romano cuya imagen es utilizada como símbolo de la Vía de la Plata. Mi compañero además volvería a encontrarse diez años después con el carismático Padre Blas en el Albergue de Fuenterroble.
En lo demás seguimos fieles a nuestro planteamiento de madrugar y avanzar lo máximo posible en las primeras horas del día. Dejamos Carcaboso con buen ánimo y el corte de pelo de Jose que abandonaba el lado salvaje.
A los pocos kilómetros de empezar ya estábamos atravesando este precioso terreno entre encinares y hierba seca.
Y así de bonito y con ese sol que se iba levantando a toda marcha llegamos a las ruinas de la ciudad romana de Cáparra pasando bajo su arco cuadrifronte.
Un momento que me hizo especial ilusión.
Dejando atrás Cáparra seguimos durante unos kilómetros por buena senda, vadeamos algunos arroyos con poca agua que no fueron obstáculo y más adelante continuamos por carretera hasta Aldeanueva del Camino, allí hicimos el primer alto oficial de la jornada. Repasando las notas resultan unos 40 km desde Carcaboso hasta Aldeanueva, aún nos quedarían 45 ese día hasta Fuenterroble que se hicieron duros por el calor axfisiante.
Fuente en la subida de Béjar.
Seguimos por carretera atravesando Baños de Montemayor y acometiendo la subida del Puerto de Béjar. Después de coronar abandonamos la carretera por la izquierda y pocos metros después nos vemos obligados a reparar un pinchazo en mi rueda trasera. Fue la única avería en los casi mil kilómetros que nos resultaron al final, dos mil si sumamos los de mi compañero, así que no se puede pedir más.
El tramo hasta Calzada de Béjar resultó bastante pesado, mucho calor, mucho sube-baja, terreno arenoso y pedregoso... y los kilómetros que empezaban a pesar.
En Calzada de Béjar la hospitalera del Albergue abrió los brazos al vernos y saber que íbamos hasta Fuenterroble de Salvatierra, un peregrino alemán había dejado allí olvidada su tarjeta de identidad y en toda la mañana no había pasado nadie mas que nosotros. Nos encargamos de llevársela para alivio del muchacho que ya nos estaba esperando cuando aparecimos.
Tras un alto en el pueblo para hidratar seguimos camino por una senda ya llana hasta lo que sería la larga subida por carretera hasta Fuenterroble de Salvatierra donde llegamos a tiempo de un buen banquete.
Jose a la puerta del Albergue-Casa Parroquial-Hogar de Acogida y todo lo que se quiera añadir de la especial residencia del Padre Blas en Fuenterroble de Salvatierra, un lugar muy particular y lleno de vida en el más amplio sentido de la palabra donde se recordaron viejas historias y se escucharon muchas nuevas.
85 km. en otro día de muchísimo calor. La bonita Extremadura quedaba atrás.