domingo, 29 de julio de 2012

Sortelha- Monsanto. Etapa 2. Ruta Aldeas Históricas. G.R.-22. Portugal.

La mañana en Sortelha amaneció fresca, lo mismo que había sido el anochecer. Tras un buen desayuno, preparamos las bicis y los bultos, y nos damos una vuelta por las ruinas de su castillo.








Lo bueno de terminar subiendo es que empiezas bajando, lo que nos vino bien para ir engrasando las piernas. En esta etapa recorriríamos unos 80 km. en dirección predominante sur, que sumados a los 90 del primer día nos dejarían, para que os hagáis una idea de donde está Monsanto, a la altura de la localidad cacereña de Plasencia. El primer paso fue ir hasta Santo Antonio, pequeño pueblo donde nos habíamos desviado el día anterior para ir hasta Sortelha. Una vez en Santo Antonio recuperamos el track que nos llevaría hasta Monsanto. En esta primera parte empezamos a ver de cerca unas figuras que se nos harían muy familiares a lo largo del G.R., las de los aerogeneradores.

 Cruzando Santo Antonio


Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

Por pistas de arenilla en buen estado vamos salvando los primeros desniveles del día muy comodamente, para rodar después muy rápido a través de un pinar con un desnivel muy favorable, que nos llevaría en un descenso vertiginoso hasta Meimao.


Fran no pudo disfrutar el descenso todo lo que a él le hubiese gustado por un llantazo en la rueda trasera. En la parada un rápido cambio de cámara y reparamos la cubierta que tenía un pequeño corte.

La salida de Meimao en una pequeña pero dura rampa nos dejó a las puertas de otro pinar en la Reserva Natural de Malcata y a orillas del pantano que vamos bordeando. Una parada al pie del pantano para avituallar antes de seguir.






Uno de los escasos momentos en los que nos tocó decidir entre seguir las marcas del G.R. y el track del gps, hacen que nos decantemos por este ultimo y entremos en una finca privada que abandonamos más adelante al ver el camino muy cerrado.


La siguiente parada la realizamos en Meimoa para repostar los bidones. La salida de Meimoa discurre por pistas muy ciclables, paralelas a la carretera principal, que nos introducen en un ocalital, con sus buenas rampas, y una zona de pinares por la que el descenso es practicamente a ciegas con el polvo que levantan los que van por delante. 




Es una buena hora para comer y en el primer cruce de carreteras, aunque en un principio salimos a nuestra izquierda, vemos que a la derecha tenemos Penamacor y hacia allá nos dirigimos. Una buena subida bajo un sol de justicia (es lo que se suele decir), que al final tuvo su recompensa en el Restaurante Jardim, donde fuimos tratados muy amablemente por su propietario, que casualidades de la vida, había trabajado hace años con un asturiano aficionado a la pintura, Fernando Quirós. En el interior del comedor nos hicimos una foto de recuerdo con nuestro anfitrión delante de un cuadro que le había regalado el artista. Eso fue después de haber dado cuenta de un buen menú a base de ensalada, bacalao y pulpo a la parrilla y justo antes de que con una pereza como pocas veces, volviéramos a subir a nuestras bicicletas.

Con Penamacor al fondo

En el momento de reponer fuerzas


 Foto de grupo en el interior del restaurante Jardim donde nos dispensaron muy buen trato

 
Y una siesta al estilo... No, no hay siestas

En esos momentos en los que costaba arrancar era una bendición dar pedales por terrenos tan llevaderos, lo único que castigaba verdaderamente era el calor, menos mal que siempre había algún oasís en el desierto.
   Así llegamos a Aldeia de Joao Pirés donde abrevamos unas sagres antes de seguir hacia Monsanto


Monsanto frente a nosotros

Monsanto es un monte en el medio de una llanura, destaca a kilómetros de distancia y la subida cuando llevas casi 80 km, parece que no se acaba. Cuando has llegado a lo que crees que es el final estás a la mitad, pero el esfuerzo vale mucho la pena.




Nos alojamos en la Taverna Lusitana, en la parte alta de Monsanto, un lugar mágico dentro de otro. Llegar y escuchar el familiar sonido de música celta y ser recibidos por Joao con su trisquel en la camiseta hizo que nada más entrar nos sintiéramos como en casa, pero es que las habitaciones que disfrutamos (algunos), y sobre todo, esa terraza desde la que contemplamos el atardecer, hizo algo más, que nos sintiéramos en un paraíso.

La Taverna lusitana
 
Disfrutamos de un buen momento de relax, una hermosa puesta de sol y una acertada cena.
¡¡Cómo costó abandonar aquella terraza!!



 Índice IBP

Track kml


jueves, 19 de julio de 2012

Almeida- Sortelha. Etapa 1. Ruta de las Aldeas Históricas. G.R. -22. Portugal.

Con el objeto de que sirva de recuerdo a mi débil memoria, de distracción a los que leen, de utilidad a futuros viajeros de esas tierras.

 El viernes día 6 salimos de Gijón en dirección a Almeida, villa portuguesa perteneciente al distrito de Guarda. En el camino una parada antes de cruzar la frontera para refrescar las gargantas y encontrarnos con los compañeros que llevaban ventaja. Viajamos en dos vehículos, tres y tres. Idem las bicicletas. El total del grupo lo formamos: Javi, Jose, Fran, Eugenio, Junco y el que escribe.

Con la ventaja de que en Portugal hay una hora menos con respecto a España nos da tiempo a hacer una pequeña visita a la preciosa localidad de Almeida antes de cenar.

 Entrada a la villa de Almeida


y sus calles.
Almeida es una pequeña ciudad amurallada, a la que se accede a traves de un puente sobre lo que era el foso de defensa. En su interior, muy cuidado, las casas pintadas en color blanco, con sus pequeñas puertas y ventanas forman una especie de decorado. Tras las primeras fotos retornamos a nuestro alojamiento en el exterior donde damos cuenta de una buena y económica cena. Nos hospedamos en A Muralha, un hotel-restaurante donde nos trataron muy bien y donde nos cobraron por tres habitaciones dobles con desayuno 105€. Comprobamos que los precios son mucho más bajos que en nuestra querida España y que aunque todos compartimos la misma moneda, el euro no vale lo mismo en ninguna parte.


Decidimos que dado que el calor sería una constante, había que procurar levantarse temprano, y fijamos como hora prudente para garantizar un descanso aceptable despertarnos a las 7'00 a.m. A esa hora comenzamos nuestro primer día. Serían las 8'00 cuando después de un buen desayuno y tras preparar nuestros ligeros equipajes damos nuestras primeras pedaladas en dirección al interior de la ciudad amurallada de Almeida. Los vehículos los dejamos sin problemas en el estacionamiento al aire libre del hotel.

Aunque teníamos la esperanza de aprovisionarnos en una pequeña tienda que habíamos visto el día anterior, lo cierto es que todo estaba cerrado, así que aprovechamos para dar una vuelta un poco más amplia que la del día anterior y nos ponemos en camino. Empezábamos la ruta en dirección contraria, menos mal que Fran se dio cuenta enseguida. Sin mucha pérdida, esta vez sí, cogemos el camino correcto.

Con una buena temperatura y alguna nube pequeña en el cielo salimos en dirección a Aldeia Nova para pasar a continuación por Ansul y Leomil, pequeños pueblos por los que pasamos sin detenernos.



De muchos de los sitios que dejamos atrás me es difícil saber el nombre, al llegar a ellos por caminos de tierra sin ningún indicador.

La primera parada del día fue en Castelo Mendo, una pequeña aldea amurallada de callejas empedradas y empinadas en cuyo alto se encuentran las ruinas de la iglesia del castillo. Un lugar éste, tan bonito como desierto. Fue la tónica en toda la ruta, salvo contadas excepciones, apenas se veía a nadie, ni moradores, ni turistas.

 Entrando en Castelo Mendo



Las ruinas de su iglesia.
Poco más adelante nos encontramos con la belleza del río Côa y llegamos a Freineda.


Por buenas pistas hasta Freineda

Plaza de la iglesia en Freineda
Otro intento de avituallamiento que no salió muy bien, las tiendas de los pueblos apenas tienen mercancía. Compramos un queso, unas pastas y unos refrescos y un amable vecino nos guió hasta el patio de su casa donde rellenamos de agua nuestros bidones. Adiós a Freineda. Tras unos kilómetros muy rápidos por pista llanas y en buen estado llegamos a Aldea da Ribeira. En el Restaurante Bernardina nos convencieron rápidamente de que los bocadillos están bien pero mejor es descansar un poco y alimentarse en condiciones, así que nos ponemos a la mesa y despachamos un menú de ensalada, filete con patatas, postre, pan y bebida por 6'50 €.

 El Restaurante Bernardina en Aldea da Ribeira, al pie del G. R.

Con el diablo atizando la caldera nos subimos de nuevo a las bicis y continuamos hasta Alfaiates, donde hacemos una pequeña parada para hacer unas fotos resisitiéndonos a la tentación de entrar en un oasis que había tras las ruinas del viejo castillo.


La primera incidencia del día y por tanto de la ruta, la sufrió Javi al vadear un pequeño arroyo. Un clavo como los de Cristo atravesó de parte a parte su tubeless. Como mis compañeros son gente muy preparada, Fran hasta llevaba una cubierta de repuesto. Solucionamos el problema y seguimos ruta en dirección a Sabugal. Habíamos pasado Souto cuando Jose sufrió una caída afortunadamente sin consecuencias que no hará más que aumentar su curriculum de cicatrices (de caídas, raspaduras, golpes y arañazos varios, vamos siempre bien servidos, aunque en esta ocasión apenas hubo percances), poco después a Javi, que rodaba unos metros por delante de mi, se le enredó lo que yo pensé que era una rama en su rueda trasera. Para nuestra sorpresa lo que se había enroscado en su disco de freno era una serpiente. Para desenredar el nudo hubo que desmontar la rueda, ahí comprobamos que la culebra no era pequeña precisamente.

Junco con determinación

Un clavo siempre te lo puedes esperar...
¡Pero esto!




Con Javi pensando que tenía que pasar el agua llegamos a Sabugal, hacemos un descanso y una buena merienda frente al único hipermercado que nos encontramos en ocho días y seguimos en dirección a nuestro alojamiento en Sortelha. En la subida a la salida de Sabugal una mirada atrás para fotografiar su castillo.

Castillo de Sabugal

Los últimos kilómetros ya empezaban a pesar, en una etapa que saldría por unos 92, con unos 1400 m. de desnivel acumulado y mucho calor. Tampoco ayudaron las pequeñas rampas del final y el hecho cierto de que para llegar a nuestro destino siempre acabábamos subiendo. Siempre los castillos están en los altos.

En, Sortelha, otro de esos lugares donde parece que sólo habitan las piedras nos acomodamos en la casa rural: Casa da Lagarica, un buen sitio donde nos cobraron 150€ por alojamiento y desayuno y nos hicieron la colada con la arena y el polvo del camino.

 Llegando a Sortelha





Sortelha como otros sitios tenía una muy bien cuidada ciudad intramuros, un auténtico escenario de película de mosqueteros.

Tras un breve paseo para conocer lo que encerraba la muralla de Sortelha, decidimos la cena en uno de los dos restaurantes que hay, concretamente en el Rte. O Celta, donde degustamos un bacalao al estilo de la casa que no tuvo mucho éxito, aun así no estuvo mal y forma parte de la experiencia viajera el probar la comida local ¿o no?

El primer día resultó así muy completo, muchos kilómetros, muchas pedaladas, mucho calor, muchas risas, algunas anécdotas y esa sensación positiva de ver que el grupo hacía equipo.

Índices IBP

track kml

Continuará.

Otras cosas

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