martes, 13 de junio de 2017

El Camino Primitivo V

Retomamos la ruta como debe ser, saliendo a primera hora, y entre las primeras brumas fuimos dejando atrás Negreira siguiendo los indicadores a Fisterra. La bruma inicial acabó en un buen "orbayu" y aunque menos, aún se iban encontrando peregrinos. En Vilaserío nos juntamos unos cuantos a desayunar y a resguardarnos del agua temprana. Luego el día fue mejorando y hasta en algunos momentos llegamos a ver el sol. Dejamos atrás Olveiroa sin detenernos y poco después nos encontramos ante la bifurcación a Fisterra, o Muxía. En el cruce de caminos coincidimos con otro curioso peregrino que en solitario y en bicicleta lleva años repitiendo la peregrinación y que nos advirtió de la peligrosa bajada a Cee, que hicimos como siempre con la debida precaución.

Cee y Corcubión están prácticamente al lado, en ésta última hicimos un breve alto para comer y seguimos los pocos kilómetros que nos restaban a Fisterra.

Llegar a Fisterra fue como llegar al fin de muchas maneras, suponía llegar al final del camino, al km. 0, al fin de la tierra, pero había algo más, había otro final menos físico y más espiritual, se respiraba un final en el ambiente, el final para muchos peregrinos. El fin, The End de los Doors resonaba en mi cabeza desde que entramos en Fisterra y pasamos por delante de aquel pub de fachada de colores. This is the end, beautiful friend, this is the end, my only friend, the end.


Sin apenas salir de Negreira entrábamos en Negreiroa


Atravesando pequeñas zonas boscosas


 Algo más que bruma


Y algunos peregrinos



 



A la izquierda Fisterra, a la derecha Muxía.


Y esas gentes que forman parte del Camino.


Cruceiro en la bajada a Cee


El de la izquierda no es John Belushi aunque lo parezca


En el faro de Fisterra.




En Fisterra volvimos a coincidir con Toño y Carlos, se habían pegado un buen madrugón y ya habían pasado Negreira antes de que nosotros empezásemos a dar pedales. Aquí cargaban sus bicis en el autocar que les llevaría de vuelta a Santiago.


El albergue donde nos alojamos en Fisterra, el Albergue do Sol e da Lúa, un remanso de paz con olor a incienso donde nos hubiésemos quedado muy a gusto unos días de retiro pero el viaje continuaba y al día siguiente seguimos hacía Muxía.


Ahí nos íbamos con buen tiempo, hacia la Costa da Morte, a Muxía. Jornada larga de bicicleta en la que rodamos por la mañana hasta ese destino para dar por finalizado el Camino y seguir ya por carretera hasta donde alcanzáramos en dirección al Ferrol en busca del tren de retorno.






Ya en Muxía subiendo hacia la Iglesia de Santa María.


Y la costa que se abría majestuosa para nuestro deleite.



El Santuario de la Virgen de la Barca.


Un lugar muy bonito que debe ser terrible en invierno cuando las aguas azotan.


El Santuario de la Virgen de la Barca, Muxía.


Muxía siendo el final no dejó de ser lugar de paso, encontramos una buena panadería artesana, dimos cuenta de una buena variedad de sus productos y seguimos por carretera avanzando toda la tarde en la idea de no dejar muy lejos el Ferrol. Así llegamos hasta Laracha donde nos alojamos cómodamente en su modesto hotel, a la mañana siguiente partimos para el Ferrol y a pesar de esos despistes que nunca faltan llegamos a tiempo de coger el tren de las tres y emprender la vuelta a casa. 


Fin

lunes, 22 de mayo de 2017

El Camino Primitivo IV

Con un día de adelanto sobre lo que habíamos previsto en un principio llegamos a Santiago de Compostela. El día amaneció despejado, preludio de un gran día de bici y tras el desayuno en el hotel sólo tuvimos que cargar el equipaje e incorporarnos al camino que pasaba por delante.




Fuimos alternando tramos de asfalto y de bonitos senderos.

Para nosotros ésta etapa quedaba dividida en dos mitades muy diferenciadas, una primera hasta Melide en la que apenas encontraríamos peregrinos y la segunda a partir de Melide donde al coincidir con todos los peregrinos que venían por el Francés se hizo mucho más distraída y amena. Afortunadamente, porque el calor apretaba.



Salvando el Alto de Hospital de As Seixas sólo quedaba un rápido y cómodo descenso hasta Melide.



Los últimos kilómetros se pasaron sin apenas darnos cuenta gracias a la aparición de otros dos bikers a los que tuvimos que frenar un poco porque iban desbocados. Carlos y Toño, dos amigos de Novallas, dos maños que venían como tiros por el Francés en su primera experiencia viajera. Juntos seguimos hasta Santiago y juntos disfrutamos ese momento especial que supone entrar en la Plaza del Obradoiro.





Carlos y Toño con el objetivo cumplido






Otro más con mi compañero de penurias, el que me metió en estas danzas.


Como toros estos chavales


Nuestro viaje seguía, no acababa en Santiago, aprovechamos la mañana siguiente para poner las cosas en orden, hacer un poco de turismo, acudir a la misa del peregrino, abrazar al Apóstol y tras la comida proseguir rumbo a Fisterra.

Con mucho calor y más pereza dejamos Santiago al día siguiente de nuestra llegada para recorrer los 21 km. que nos separaban de Negreira, allí nos quedamos con la idea de continuar hasta Fisterra al otro día.

lunes, 20 de febrero de 2017

El Camino Primitivo III

La tercera etapa fue una etapa larga de casi cien kilómetros y nos llevó desde el embalse de Grandas hasta Lugo.

El día amaneció despejado, nada que ver con los dos anteriores y con la calma que corresponde a toda buena subida afrontamos el desnivel que nos habría de llevar primero hasta Grandas de Salime y prosiguiendo hasta el alto del Acebo. 









Pasamos por tantos sitios y tomé tan pocas notas que apenas puedo dar cuenta de donde están hechas las fotos, en Fonsagrada hicimos un alto para comer y descansar un poco y para resólver el problema recurrente de mi compañero con su portabultos trasero y su petate. En una bajada uno de los pulpos se desenganchó y se metió por la rueda. Un susto que sólo se quedó en eso pero al que había que darle solución. En una ferretería a la entrada de Fonsagrada nos hicimos con unas cinchas para amarrar su equipaje que cumplieron su cometido y resultaron menos peligrosas.

El día estaba muy caluroso y a lo largo de la jornada tuvimos que hacer unas cuantas paradas para hidratar. Fue en una de ellas a esas horas en las que la gente sabiamente se resguarda del calor o duerme la siesta mientras otros damos pedales que se nos ocurrió entrar en una casa a pedir un poco de agua con la que rellenar nuestros bidones, creo que fue antes de afrontar el Alto de Fontaneira, ¡En buena hora! En la única casa  que encontramos en la que parecía haber vida fuimos recibidos por un muy hospitalario paisano con un pedal de campeonato que entre cantes y bailes estaba empeñado en que bebiéramos vino, tanto insistió que no pudimos escapar de allí sin probarlo. Toreamos entre risas, conseguimos el agua y seguimos ruta.

 

En el cruceiro de Souto de Torres, a menos de veinte kilómetros de Lugo. Después de haber pasado todas las dificultades del día los últimos treinta kilómetros desde O Cádavo a Lugo se rodaba por terreno cómodo y rápido.


En Lugo el albergue estaba lleno y nos alojamos en una habitación en la buhardilla del Hostel Roost & Boost junto al puente romano sobre el Miño, nosotros la recordaremos como la habitación de Van Gogh. Un paseo por Lugo, una buena cena y estábamos listos para llegar a Santiago al día siguiente.

Otras cosas

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