viernes, 31 de diciembre de 2010

Pasen y vean






Así son los blogs, yo fui el último en enterarme. Como no soy de este mundo ni de ninguno, normalmente las cosas me las tropiezo. Con los blogs pasó lo mismo. Ahora que el mio empieza a andar solo, voy notando como crece poco a poco, como cambia, como va madurando, haciéndose más fuerte, forjándose un carácter. Descubro también en los demás lo que yo ya había experimentado en mi mismo, que cada blog es un mundo y que en el mundo somos muchos y muy distintos, y que por eso, yo que paso por unos cuantos, sólo me quedo en alguno, y cuando lo hago es porque me doy cuenta de que la persona que lo escribe en el fondo o en la superficie se parece a mi.

Tengo la impresión, creo que acertada, de que la mayoría de los que una vez me visitasteis, por azar o no, y luego os habéis quedado, lo haceis también por eso, porque sois un poco como yo, y eso además de no me parecer malo, me hace muy feliz. Con vosotros me siento muy bien acompañado. ¡¡Feliz 2011!!

jueves, 30 de diciembre de 2010

Son buenas fechas...




Son buenas fechas para regalar un libro, o pedir que te lo regalen, o regalártelo tú mismo (esto último es lo que yo suelo hacer). Hace unos días finalicé la lectura de "La Caída de los Gigantes", la novela de Ken Follet que se alza en pilas por las librerías y centros comerciales convirtiendo la sección de lectura en un pequeño Manhattan. Como esperaba, las mil páginas se me han quedado cortas y he ralentizado su lectura a medida que me aproximaba al final porque me daba pena acabarlo. Como forma parte de una trilogía, "The Century", sólo me resta esperar a que se ponga a la venta la segunda parte para ver como sigue la vida de los protagonistas. La novela ha sido una buena forma de repasar la historia del primer cuarto del siglo XX. Sus personajes a pesar de ser de países distintos como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Rusia, han cruzado sus vidas y sufrido, muchos en primera persona, las penurias de participar en una guerra tan cruenta como fue la Primera Guerra Mundial. Sobre todo se aprecia mucho rigor histórico y aunque la guerra se hace larga, más larga se hizo para los que la padecieron, diez millones de muertos, son muchos muertos. Recomendado.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

el rey, con minúsculas.


Los reyes magos son magos de verdad, yo como no lo soy, ando desbordado. A ello contribuye que el cartero no me hace llegar las cartas, ignoro la razón. Así que me veo recorriendo calles, y subiendo y bajando escaleras, me veo tropezando con cientos de reyes magos que cargan con sus regalos, me veo deambulando por el centro de la ciudad asomándome a curiosear en las tiendas, me veo afanándome en tratar de acertar: con el gusto, con el tacto, con la talla, con el color y, aunque suene materialista decirlo, con el precio.

Mi consuelo es el mismo que el tuyo, el del mal de muchos.

martes, 28 de diciembre de 2010

Dibuja la noche



Dibuja la noche
su luna en creciente,
todas parecen iguales,
hoy es diferente.

Se abrió un abanico,
naipes sobre el tapete,
todos parecen iguales,
uno es diferente.

No te reconocen,
pocos pueden verte,
todas son iguales,
tú eres diferente.

Soy la carta marcada
mezclada entre la gente,
todas son iguales,
yo soy diferente.

Nocturno para piano y violín- Chopin

lunes, 27 de diciembre de 2010

¡Vaya frío!


Hubo frío, buenos amigos, risas, nieve, el belén y la marimorena... Que fría fue la Mañanabuena, incluso alguien planteó la posibilidad de cambiarla de fecha. Pero no sería lo mismo, nos parecería raro y el cava tendríamos que llevarlo en nevera. Sin embargo ahora no, la sidra champanada estaba a la temperatura óptima y nosotros como si nos hubiesemos introducido con ella dentro del frigorífico.

Fermín, la próxima vez habrá que llevar los langostinos pelados.

Turonman, llevó nuestro Belén recortable.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Hoy es mañanabuena

Esta mañana me la pasaré dando pedales en compañía de buenos amigos. Cumpliremos con la tradicional marcha de mañanabuena hasta la Peña de Los Cuatro Jueces, punto más alto del concejo de Gijón y vértice de encuentro con los concejos de Villaviciosa, Sariego y Siero. Degustaremos como si estuviésemos delante de una buena mesa, los langostinos, los dulces típicos y la sidra champanada y seguramente bajo la lluvia y muertos de frío, brindaremos y cantaremos el villancico que algunos de mis amigos repechinos han hecho para que no nos falte de nada, ni canción, ni belén, ni villancico. ¡que suerte tener amigos así! Gracias a Roberto, Seve y Alberto.





miércoles, 22 de diciembre de 2010

Un buen consejo


Este es un buen día para dar un consejo heredado y vuelto del revés. Gracias a él estoy curándome de un mal que padezco desde pequeñito y que además es hereditario y contagioso. Afortunadamente no es grave y está en vías de solución. Me llegó el remedio de tierras lejanas como brebaje de chamán, y seguí las instrucciones como si me las hubiera dado un buen doctor. Ahora ya no me paso las horas buscando por casa las llaves, ni la cartera, ni el móvil. Sí, todo en mis manos era susceptible de perderse durante un tiempo, las cosas desaparecían y aparecían como si viajaran de una dimensión a otra, pero ahora, antes de dejarlo todo por cualquier rincón, recuerdo el consejo y siempre me pregunto: ¿Dónde van las cosas? y me respondo: siempre en el mismo sitio. Así de simple y así de útil.

Estoy seguro de que te gustará la flor.

martes, 21 de diciembre de 2010

El jamón

No soy un anciano decrépito, no tengo la espalda encorvada, ni una canosa barba a modo de babero pero las cosas han cambiado mucho desde que era niño y guardo algunos recuerdos.

En las calles en las que jugaba de pequeño apenas pasaban coches, no había peligros, todos nos conocíamos y todos nos conocían, un privilegio por haber nacido en el viejo barrio de pescadores, en la vieja y originaria Gigia. En aquellos días en los que el mundo se reducía al entramado de calles que cada uno disfrutaba alrededor de su casa y en los que salir al extramundo era ir cada día hasta el colegio, que quedaba a unos pocos metros del Ayuntamiento, sólo tengo el recuerdo de dos personas que por su exotismo destacaban entre el resto.

Gijón es una ciudad abierta al mar y con un puerto importante, así que no era difícil encontrarse con marineros de otros paises, pero fijos residentes que yo conociera en mi infancia, sólo recuerdo dos, un chino y un marroquí. El chino se casó con una nativa y vivió en la gijonesa plaza de la Soledad, su casa estaba pegada a la de mis bisabuelos, regentaba un mesón en la planta baja y fabricaba farolillos y adornos de papel que lucían muy bonitos en las fiestas del barrio y durante el resto del año en el corredor de su casa. Un moro frecuentaba el barrio por aquel entonces, vestido con la tradicional chilaba se dedicaba a la venta ambulante, iba por las calles y los bares portando su muestrario de relojes, pulseras, bolígrafos y cosas por el estilo. Le llamábamos Chomil porque con él siempre había que regatear y cuando le preguntaban el precio de algo, él respondía a todo: "chomil, chomil". Chomil era simpático y lucía una dentadura enorme como la de un camello. Mi amigo Roberto solía bromear con él, cogía una bandeja de pinchos de la barra del bar de su padre y se la ofrecía a Chomil diciendo: ¿Chomil, un poco de jamón?¿Un poco de chorizo? y Chomil salía corriendo y detrás de él Roberto hacía lo propio con la bandeja en la mano, nos reíamos mucho. ¡Que tiempos!

A Chomil nunca se le hubiera pasado por la imaginación denunciar a nadie, como han hecho los padres del niño musulman que se sintió ofendido porque el profesor utilizó como ejemplo para ilustrar una lección la curación de un alimento tan español como un jamón. ¡Que tontería! una cosa es que no lo coman, pero que no se nombre ya es rizar el rizo. Ya me imagino lo que hubiese pasado en mi colegio de haber ocurrido una gilipollez semejante, todos hubiesemos empezado a decir: ja-món-ja-món-ja-món-ja-món-ja-món-ja.

lunes, 20 de diciembre de 2010

El extraordinario caso de Jacinto Salvia

Habían transcurrido varias horas pero la calle seguía llena de curiosos, marchaban unos y llegaban otros, se paraban y escuchaban en corro la explicación del suceso. Siempre la daba el más tonto, demasiadas teleseries de detectives. Las cámaras de televisión se habían hecho un hueco desde el primer momento y hasta alguna había hecho conexiones en directo con el telediario. Los micrófonos asaltaban a los vecinos y aunque algunos se mostraban huidizos, no faltaban voluntarios para salir en la tele. Algunos como buenos extras tenían frase, y otros se conformaban con pasar por el fondo de las imágenes y saludar. No tengo nombre para denominar a los de esta subespecie.

-Dígame, ¿Conocía Vd. al fallecido? - El locuaz entrevistador preguntaba con voz impostada a una señora de mediana edad que vestía mandilón y zapatillas.

-Sí, si, le conocía, mi hija y mi yerno eran vecinos suyos, viven justo encima.

- Cuénteme ¿Cómo definiría Vd. a esta persona?

-Pues mire, a mi me parecía una persona muy normal. Siempre daba los buenos días. Muy normal, muy normal. Nunca hubiese sospechado que fuera a acabar así.

-Bueno, bueno, pues permítame que le diga que eso de dar los buenos días, muy normal, muy normal, no es.

-Ya, tiene razón, ahora que lo pienso eso no es muy normal, ¡Uy! me estoy acordando ahora de un día que me vio llegar cargada con una bolsa al portal y me la subió hasta casa de mi hija.

-¡Que barbaridad! ¿Eso no la hizo sospechar? Con esos antecedentes ya se veía que el hombre no estaba bien. Quizás se podría haber evitado que hubiese hecho algo así.

-Ya, pero quien lo iba a pensar.

Un despistado dejó caer la pregunta sobre un grupo que miraba hacia arriba con los ojos puestos en la fachada. - ¿Qué ha ocurrido?

Respondió un enterado con la misma seguridad que lo haría el comisario de la policía- El del tercero. ¿Ve allí, donde están las macetas? Las flores eran la clave.


Dos días antes Matilde Menta había llamado con insistencia a la casa de su vecino y amigo, don Jacinto Salvia, ante la falta de respuesta, telefoneó preocupada a la policía. Jacinto nunca abandonaba su casa sin avisar y mucho menos faltaba a su diaria cita con la Sra. Matilde para tomar el té de las cinco. La policía se personó en el número 33 de la C/Magnolia y aporreó la puerta, sin esperanzas de hallar respuesta, en el tercero izquierda. Unos minutos después y con la ayuda de los bomberos accedieron al interior de la vivienda fracturando el cristal de la ventana que daba a la calle. Cuando entraron descubrieron que la casa de don Jacinto era un auténtico jardín, había flores por todas partes. Avanzando con cuidado pasaron de puntillas entre el sinfín de macetas esparcidas en aparente desorden por la habitación y siguieron por el pasillo, al llegar a la cocina se sobresaltaron al encontrar el cadáver de don Jacinto Salvia. Don Jacinto fue descubierto boca abajo en medio de un gran charco de agua, delante tenía una maceta con un rosal enano y a su lado un periódico abierto por la página de las esquelas, no había signos de violencia y la vivienda estaba en orden. Como era costumbre en don Jacinto el pestillo estaba echado por dentro y las ventanas cerradas, lo que descartaba que hubiese accedido a la vivienda alguien del exterior. Todo apuntaba a una muerte natural, y así se hubiera tratado de no ser porque no había explicación aparente al charco que había en el suelo de la cocina. No había fugas de agua, ni mangueras, ni vasos, ni botellas, ni regaderas. Nada. Así que la aparente muerte natural de don Jacinto se volvió investigación criminal y la casa se llenó de gente que hacía equilibrios pasando como bailarinas de ballet entre azaleas, jazmines, gardenias, geranios... la lista parecía interminable. La policía científica hizo la última foto de don Jacinto Salvia en un poco favorecedor decúbito prono, recogió huellas y toda clase de muestras y después, con la autorización del Juez y el visto bueno del médico forense, los empleados de la funeraria procedieron al levantamiento del cadáver.

La expectación estaba justificada, era un caso único. Por la mañana la policía había dado una rueda de prensa en la que anunciaba la resolución del caso. Los resultados de la autopsia desvelaron el misterio y pusieron en primera plana de la actualidad el extraordinario caso de don Jacinto Salvia. La rápida investigación concluyó que el pobre hombre murió deshidratado al no poder controlar el llanto. El charco no era de agua, si no de lágrimas. La hipótesis de la policía concluyó que don Jacinto Salvia era un demente que creía que las plantas crecían más bonitas si las regaba con sus lágrimas. De los testimonios recogidos por los investigadores, en los que fue vital la colaboración de la Sra. Matilde y de don Narciso, el tendero de la esquina, se dedujo que al principio utilizó el viejo truco de picar cebolla hasta que con el tiempo fue perfeccionando la técnica y sólo necesitaba para llorar motivos tristes, las lágrimas brotaban prácticamente solas, bastaba un pequeño repaso a las esquelas, o como atestiguó su vecina Matilde, ver el culebrón de la tarde para empezar a llorar descontroladamente. El fatídico día que fue incapaz de frenar el llanto, Jacinto se murió deshidratado y de pura tristeza. Extraordinario.

viernes, 17 de diciembre de 2010

¿Quién eres?


No te conozco ¿Quién eres?
Te escondiste detrás de tus ojos verdes
mientras el sol se despedía hasta mañana,
pintando de rojo los cielos,
y más que verte te adiviné,
espectro del ángel caído.
Difuminada silueta apareces
tras las fuentes de luz cegadora
de tus ojos verdes.
Ojos verdes hechiceros,
ojos profundos, ojos serenos,
ojos que hipnotizan, que atraen,
como las aguas del lago esmeralda
donde duermen las náyades,
donde se asoma sin dudar el nadador suicida,
que se desnuda, que salta,
que se consume en el río de lava,
en el magma ardiente
del volcán oculto, latente,
que se esconde detrás de tus ojos verdes.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Del jardín sin flores


Ayer me detuve durante un tiempo en el Jardín de las Víctimas del Terrorismo. Es un jardín extraño, lo llamaron jardín pero no tiene flores, tan solo es una porción de cesped en la que se alza solitario un olivo. Poco parece un árbol para tantas víctimas, debería haber uno por cada una. Uno por cada víctima del terrorismo, de las guerras, de la sinrazón, de la injusticia... debería haber bosques enteros llenos de árboles que acogieran sus almas, y les hicieran sentir que la vida es mas larga.

Creo que a esta entrada no le viene mal el Imagine, de John Lennon.



Imagine there's no heaven.
It's easy if you try.
No hell below us,
Above us, only sky.
Imagine all the people
Living for today.

Imagine there's no countries.
It isn't hard to do.
Nothing to kill or die for,
And no religion too.
Imagine all the people
Living life in peace.

You may say I'm a dreamer
But I'm not the only one.
I hope someday you'll join us
And the world will be as one.

Imagine no possessions.
I wonder if you can.
No need for greed or hunger.
A brotherhood of man.
Imagine all the people
Sharing all the world.

You may say I'm a dreamer
But I'm not the only one.
I hope someday you'll join us
And the world will live as one.


miércoles, 15 de diciembre de 2010

La odisea del tubeless

El domingo, un corte en la cubierta delantera del compañero Samuel me sirvió para entrar en una dimensión desconocida, el mundo del tubeless. Sí, las bicicletas también pueden llevar neumáticos de ese tipo, sin cámara, como los de los coches y las motos. Creo y corríjanme si me equivoco, que las llantas pueden ser de diseño exclusivo para el montaje de este tipo de cubiertas, o mixtas, lo que en caso de una incidencia como la del pasado domingo resulta providencial.

La odisea del tubeless.

Las tubeless nunca pinchan, pero ninguna rueda está libre de sufrir un corte.

Está claro que soy un clásico, todo me resulta demasiado moderno. La primera sorpresa fue descubrir que un cierre rápido, esa llave que con sólo abrirla te permite sacar la rueda de la bicicleta sin necesidad de utilizar la llave inglesa, lo puede ser sólo en apariencia, y el que sujetaba la rueda de Sam a su potente horquilla Fox, lo es, es rápido en apariencia, porque en su interior oculta en realidad, un hasta ahora para mi desconocido sistema de carraca, que no sé muy bien para que sirve, pero que de mano ralentiza bastante la operación. Ya con la rueda fuera, los desmontables, esos utensilios tan prácticos que sirven como su propio nombre indica, para desmontar la cubierta de la llanta, empezaron a retorcerse porque costó un triunfo despegar la goma de la superficie metálica, por la acción del líquido sellante. Sí amigos, el truco de las tubeless, la magia que impide que pinchen reside en esa especie de moco que sella, si el pinchazo no es muy grande, las pequeñas hemorragias de aire.

Bien, salvado el contratiempo de conseguir despegar las dos superficies -por cierto, que el líquido viscoso pega las paredes de la cubierta dejando esta con un aspecto bastante desagradable-, como hay que pasar al sistema tradicional y montar una cámara, donde antes no la había, hay que proceder a quitar la válvula y a limpiar la llanta y el interior de la cubierta. Salvamos que había una buena fuente y se pudo proceder a la limpieza de los elementos, y que la afortunada providencia hizo que el convaleciente Jose Ylqh se encargara de facilitar una cámara de válvula fina (las otras no valían), para resolver el entuerto.

No me extenderé más con este tema porque a partir de aquí el montaje es el habitual y hasta Manny Manitas sabe como sigue.

A la vista del panorama creo que no me pasaré a ese sistema, en todo caso lo que haré, será comprar esas cámaras que ya vienen con el líquido incorporado y que hacen la misma función resultando más limpias y mas baratas. En Decathlon se pueden adquirir por unos 6 euros y conozco a un chaval que no se baja de la bicicleta y las lleva encantado.

martes, 14 de diciembre de 2010

El domingo por la mañana


Lo necesitábamos, necesitábamos un domingo así, llevábamos ya demasiados con la lluvia y el frío o su amenaza constante, necesitábamos una ventana de buen tiempo que coincidiese en fin de semana. El día llegó, tenía que llegar. Como siempre a las nueve, como siempre a los pies de la estatua de Pelayo. El grupo interesante, homogéneo, de gente curtida como la de los viejos tercios, de los que sufren y se retuercen pero no abandonan, de los que se sacrifican, de los que no se dopan ¡Vaya lacra!

lunes, 13 de diciembre de 2010

La nueva vida



He cumplido con la promesa que le hice un día y le he cambiado la vida. Ahora está como si se hubiera hecho un lifting, ha rejuvenecido, se la ve más delgada. Ella también se da cuenta y ahora que se ve guapa y siempre limpia, está más contenta. Por lo demás, nadie sospecha nada de su sucia vida anterior, es como si hubiese vuelto de un largo viaje, como el retorno del viejo emigrante que marchó de niño. Los que la conocieron la notan tan distinta, que les cuesta trabajo recordar como era antes y los que la ven por primera vez la observan con curiosidad y un punto de envidia, supongo que sana. Mi renovada vieja bicicleta no hace ningún ruido, porque ahora no rueda, ahora se desplaza con la gracilidad de los patinadores, es tan ligero su andar que hasta parece que no toca el suelo. Hay que ver como cambian las cosas con unos ligeros retoques. Se ha vuelto de lo más delicada, ha dejado a un lado el pequeño lado salvaje y aventurero que tuvo alguna vez, para convertirse en una señorita que pasea, silenciosa y pulcra por la ciudad. Lo más llamativo de todo es que la muy presumida se ha vuelto coqueta como una princesita y esquiva los charquitos porque cualquier salpicadura le molesta ¡Vivir para ver!
Me fijo en los peatones que la miran entre sorprendidos y asustados cuando la ven pasar. Como una sombra les adelanta mientras yo, disfruto de su suavidad y de su nueva querencia hacia el mar.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Quédate con esto

Espero que la imagen y la canción de Eva Cassidy te ayuden a relajarte de cara al fin de semana. Yo he probado y me ha ido bien.





Drowning in the sea of love- Eva Cassidy

jueves, 9 de diciembre de 2010

Peregrinos del Himalaya


Nacho Orviz en la cumbre del Annapurna

La pasada semana me dejé caer por la Semana Internacional de Montaña, fui a ver la proyección que presentaba el alpinista y miembro del Cuerpo de Bomberos de Gijón, Nacho Orviz. El audiovisual resumía en cuarenta minutos una estancia de noventa días en el Himalaya en la que formando parte del equipo de Edurne Pasabán coronaba con éxito la cima del Annapurna y la del Shisha Pangma los dos ochomiles que le faltaban a la tolosarra para culminar el reto de ser la primera mujer en alcanzar la cima de los catorce ochomiles, las catorce montañas más altas del planeta.

El documental empezaba por el final, con las imágenes de Edurne alcanzando la cumbre del Shisha Pangma, unas imágenes cargadas de emoción en las que Nacho, como cámara de altura de la expedición, después de la lesión del titular Ferrán Latorre en el Annapurna, intentaba sacar de Edurne unas palabras. Misión imposible, sólo había lágrimas y gemidos.

Es difícil entender desde una butaca la grandiosidad de esas montañas y el esfuerzo y la épica que conllevan, pero si el que lo explica es Nacho, es aún más complicado, cuenta las cosas con tanta sencillez que a cualquiera que no supiera de que está hablando le parecería algo natural Nada más lejos de la realidad. Me impresiona como se asume el riesgo, incluso la muerte como algo cercano e inherente a la actividad que se realiza y siento lo importante que es para alpinistas como él enfrentarse a esos retos que para el resto son implanteables. Habrá que hacer caso de la frase de Maurice Herzog: "Hay otros Annapurnas en la vida de los hombres", y buscar una montaña a la medida de nuestras modestas aspiraciones.

Me gusta mucho la frase de Maurice, aunque aquí me venga como anillo al dedo, lo cierto es que los retos, la vida nos los plantea a diario.

Hablaba Nacho de progresar rápido por las zonas más expuestas porque cuanto más tiempo se permanece en ellas más alto es el riesgo de sufrir un accidente, pero progresar rápido no está al alcance del muchos, está al alcance de los mejores y aunque él lo cuenta con la mano en el bolsillo y con una humildad que pasma, lo cierto es que es un grande. Es lo que quizás más me llame la atención de su personalidad: su normalidad, su humildad, sobre todo cuando estamos acostumbrados a ver, sobre manera en otros deportes más mediáticos, tanta falta de modestia en quienes más deberían tenerla.

Lo que no se contó en el documental se habló luego en la ronda de preguntas posterior; la rivalidad con la coreana, miss Oh, a la que ellos no daban importancia, el despliegue de la televisión coreana en el Annapurna, cien personas y setenta tiendas para cubrir en directo su ascensión, con sets de tv, maquilladores y todo lo imaginable, o de como a pesar de ser los primeros en este año en llegar a la cumbre del Annapurna, jamás se les pasó por la cabeza retirar las cuerdas que ellos habían colocado para la subida, porque la montaña es por encima de rivalidades, solidaridad.

El próximo reto comenzará el cuatro de abril del 2011, será intentar lograr la cumbre del Everest sin oxígeno. Mucha suerte.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Mi Pepito Grillo

La Santísima Trinidad: mi conciencia, mi subconsciente, mi "Yo" real. El último el más débil de los tres y todos los culpables de que conteste muchas veces en plural cosas que se deben responder en singular. De nada sirve que te pelees con ellos, aunque se parezcan a ti, aunque sean como dos gotas de agua, ellos son unos superhéroes. Cuando soy Clark Kent ellos son Superman, cuando soy Peter Parker ellos Spiderman, cuando soy Bruce Wayne ellos Batman... yo a mi conciencia y a mi subconsciente los veo mas así y no tanto como a Pepito Grillo. Pepito era chiquito y no tenía mucho éxito pero mi subconsciente pesa mucho en mi consciente, y de igual manera mi conciencia hace lo propio. Convivo con ellos, el subconsciente no está siempre, a veces parece que se toma vacaciones, pero mi conciencia no, es mi poderoso alter ego (una desgracia como otra cualquiera porque no todos lo tienen ni creo que sea necesario), que continuamente insiste en decirme lo que tengo que hacer. Ella siempre cree tener la razón aunque yo muchas veces lo dude, pero lo peor es que cuando no le hago caso se mete en mi cabeza que para eso siempre tiene las puertas abiertas y empieza a insistir y darle vueltas a las cosas como Víctor Mature se las daba al molino hasta que le creció la melena. Cada uno es como es pero no puedo evitar pensar que las personas que no tienen conciencia, tampoco tienen remordimientos, son como personas a medias, sí, y seguramente más felices.

Esta canción me suena como una nana, se cuela en mi cabeza y por las noches la habita parásita alimentándose de mis sueños, así que ten cuidado.

Radio Head- No surprises

martes, 7 de diciembre de 2010

Si no quieres taza...


Si no quieres taza, taza y media. Si no te quieres mojar el domingo, ración doble para el lunes. A nosotros nos suelen pasar estas cosas, así que nadie se sorprendió por evitar la madrugadora lluvia de un domingo que descargó lo suficiente como para dejar un día muy aceptable, sin agua y con temperaturas altas, y cambiarlo por un lunes que resultó justo lo contrario. Nos concedió la lluvia la primera media hora de la mañana y nos regó, cálida, hasta prácticamente el final de la jornada.


La Peña Pelayo cumple fielmente con su tradición de instalar su belén en Deva, a la "sombra" siempre del mismo pino, y nosotros cumplimos con la nuestra de dejarles nuestros buenos deseos para el año que se asoma.

lunes, 6 de diciembre de 2010

La caída de los gigantes



Llamé a la puerta y esperé. Vi como se acercaba. Al principio no era más que una silueta informe bajo la bruma, pero a cada paso que daba la presencia espectral se iba materializando un poco más hasta que llegó a hacerse real. Caminaba erguido, con la cabeza alta, la espalda recta y un aire distinguido. Crujiendo las hojas bajo sus pies se acercó a recibirme. Era, alto, delgado, de buen porte y de verlo vestido de otra manera hubiese pasado por lo que no era. El mayordomo llevaba paraguas negro y traje de librea. -Adelante, se le estaba esperando, mi nombre es Otoño- dijo. Y guiándome por el camino sin perdida, caminando siempre un par de metros por delante, con paso firme y seguro me condujo a la casa. Abrió la puerta con habituada servidumbre y me retiró el abrigo. - Un momento, por favor - y me anunció al Señor.
Al calor del hogar, sentado en el salón con un libro en las manos, el invierno asintió con la cabeza levemente y yo recogí la invitación.

La invitación la tengo sobre la mesa en forma de libro, "La caída de los gigantes" el último libro de Ken Follet. No caeré en la tentación de compararlo con "Los pilares de la Tierra" o su secuela "Un mundo sin fin", simplemente te diré que me está gustando, que me está resultando entretenido y que cuando de cuenta de las mil páginas de la entrega, seguramente quede con ganas de más. Afortunadamente la novela forma parte de una trilogía, así que espero que los dos siguientes tomos, a los que no será fácil encontrar hueco en la biblioteca, colmen al menos durante un tiempo mis ansias lectoras. La novela, ambientada en Europa, abarca el periodo de tiempo que va de junio de 1911 a enero de 1924. En el medio queda la Primera Guerra Mundial. En aquellos años habrán vivido su infancia muchos de nuestros abuelos o bisabuelos, eran tiempos en los que se empezaba a trabajar a edades demasiado tempranas, en trabajos en algunos casos demasiado duros, tiempos convulsos, de guerras y penurias, que me recuerdan una vez más que para muchos cien años no han significado nada.

Estaciones para leer.

viernes, 3 de diciembre de 2010

jueves, 2 de diciembre de 2010

¡Qué injustos!

Árbol de hoja caduca,
que injustos fueron contigo.
Vi yermas tus ramas,
posada de cuervos y almas
y recordé tu traje en agosto,
cuando no lo necesitabas.
Hoy tiritas de frío,
en vertical mortaja,
con tu disfraz de esqueleto,
mal abrigo de otoño.
Árbol de hoja caduca,
¡Qué injustos fueron contigo!


Knocking on heaven's doors-Bob Dylan

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Catarsis



A veces parece que se me olvida pero hubo un día en que en este blog se hablaba fundamentalmente de bicicletas, de salidas en grupo o en solitario, del sufrimiento y de lo bien que se pasa. Era antes de que cambiara el rumbo, antes de que virara lentamente como un gran transatlántico hacia la mística, la prosa y la introspección. Supongo que es lo que tienen los diarios, que lo mismo reflejan lo que haces, que tus estados de ánimo. Sirven de catarsis.
______________________________________________

No fui tan valiente como el trio que se aventuró el domingo por la mañana, pero por la tarde sí cumplí con la obligación ¿debería decir, devoción? de coger la bicicleta. Salí sin reloj porque no hay mejor reloj que el Sol, transité en solitario por los caminos vislumbrando las primeras nieves sobre el Fario y pasé frío como pocas veces en mi vida. Llegué a casa como una sombra guiada por las luces de la ciudad para comprobar que desde allí donde acababan los corsarios hasta la punta del dedo gordo todo estaba congelado. No me hizo falta ir al Himalaya.

Ummm... ¿De qué me suena esto? luces de la ciudad... luces de ciudad... ¡Ya! Charles Chaplin.

Otras cosas

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