La pasada semana me dejé caer por la Semana Internacional de Montaña, fui a ver la proyección que presentaba el alpinista y miembro del Cuerpo de Bomberos de Gijón, Nacho Orviz. El audiovisual resumía en cuarenta minutos una estancia de noventa días en el Himalaya en la que formando parte del equipo de Edurne Pasabán coronaba con éxito la cima del Annapurna y la del Shisha Pangma los dos ochomiles que le faltaban a la tolosarra para culminar el reto de ser la primera mujer en alcanzar la cima de los catorce ochomiles, las catorce montañas más altas del planeta.
El documental empezaba por el final, con las imágenes de Edurne alcanzando la cumbre del Shisha Pangma, unas imágenes cargadas de emoción en las que Nacho, como cámara de altura de la expedición, después de la lesión del titular Ferrán Latorre en el Annapurna, intentaba sacar de Edurne unas palabras. Misión imposible, sólo había lágrimas y gemidos.
Es difícil entender desde una butaca la grandiosidad de esas montañas y el esfuerzo y la épica que conllevan, pero si el que lo explica es Nacho, es aún más complicado, cuenta las cosas con tanta sencillez que a cualquiera que no supiera de que está hablando le parecería algo natural Nada más lejos de la realidad. Me impresiona como se asume el riesgo, incluso la muerte como algo cercano e inherente a la actividad que se realiza y siento lo importante que es para alpinistas como él enfrentarse a esos retos que para el resto son implanteables. Habrá que hacer caso de la frase de Maurice Herzog: "Hay otros Annapurnas en la vida de los hombres", y buscar una montaña a la medida de nuestras modestas aspiraciones.
Me gusta mucho la frase de Maurice, aunque aquí me venga como anillo al dedo, lo cierto es que los retos, la vida nos los plantea a diario.
Hablaba Nacho de progresar rápido por las zonas más expuestas porque cuanto más tiempo se permanece en ellas más alto es el riesgo de sufrir un accidente, pero progresar rápido no está al alcance del muchos, está al alcance de los mejores y aunque él lo cuenta con la mano en el bolsillo y con una humildad que pasma, lo cierto es que es un grande. Es lo que quizás más me llame la atención de su personalidad: su normalidad, su humildad, sobre todo cuando estamos acostumbrados a ver, sobre manera en otros deportes más mediáticos, tanta falta de modestia en quienes más deberían tenerla.
Lo que no se contó en el documental se habló luego en la ronda de preguntas posterior; la rivalidad con la coreana, miss Oh, a la que ellos no daban importancia, el despliegue de la televisión coreana en el Annapurna, cien personas y setenta tiendas para cubrir en directo su ascensión, con sets de tv, maquilladores y todo lo imaginable, o de como a pesar de ser los primeros en este año en llegar a la cumbre del Annapurna, jamás se les pasó por la cabeza retirar las cuerdas que ellos habían colocado para la subida, porque la montaña es por encima de rivalidades, solidaridad.
El próximo reto comenzará el cuatro de abril del 2011, será intentar lograr la cumbre del Everest sin oxígeno. Mucha suerte.
El documental empezaba por el final, con las imágenes de Edurne alcanzando la cumbre del Shisha Pangma, unas imágenes cargadas de emoción en las que Nacho, como cámara de altura de la expedición, después de la lesión del titular Ferrán Latorre en el Annapurna, intentaba sacar de Edurne unas palabras. Misión imposible, sólo había lágrimas y gemidos.
Es difícil entender desde una butaca la grandiosidad de esas montañas y el esfuerzo y la épica que conllevan, pero si el que lo explica es Nacho, es aún más complicado, cuenta las cosas con tanta sencillez que a cualquiera que no supiera de que está hablando le parecería algo natural Nada más lejos de la realidad. Me impresiona como se asume el riesgo, incluso la muerte como algo cercano e inherente a la actividad que se realiza y siento lo importante que es para alpinistas como él enfrentarse a esos retos que para el resto son implanteables. Habrá que hacer caso de la frase de Maurice Herzog: "Hay otros Annapurnas en la vida de los hombres", y buscar una montaña a la medida de nuestras modestas aspiraciones.
Me gusta mucho la frase de Maurice, aunque aquí me venga como anillo al dedo, lo cierto es que los retos, la vida nos los plantea a diario.
Hablaba Nacho de progresar rápido por las zonas más expuestas porque cuanto más tiempo se permanece en ellas más alto es el riesgo de sufrir un accidente, pero progresar rápido no está al alcance del muchos, está al alcance de los mejores y aunque él lo cuenta con la mano en el bolsillo y con una humildad que pasma, lo cierto es que es un grande. Es lo que quizás más me llame la atención de su personalidad: su normalidad, su humildad, sobre todo cuando estamos acostumbrados a ver, sobre manera en otros deportes más mediáticos, tanta falta de modestia en quienes más deberían tenerla.
Lo que no se contó en el documental se habló luego en la ronda de preguntas posterior; la rivalidad con la coreana, miss Oh, a la que ellos no daban importancia, el despliegue de la televisión coreana en el Annapurna, cien personas y setenta tiendas para cubrir en directo su ascensión, con sets de tv, maquilladores y todo lo imaginable, o de como a pesar de ser los primeros en este año en llegar a la cumbre del Annapurna, jamás se les pasó por la cabeza retirar las cuerdas que ellos habían colocado para la subida, porque la montaña es por encima de rivalidades, solidaridad.
El próximo reto comenzará el cuatro de abril del 2011, será intentar lograr la cumbre del Everest sin oxígeno. Mucha suerte.
Tienes razón, esas lecciones de montaña van muy bien para la vida cotidiana. Me gusta eso de progresar rápido por las zonas expuestas para evitar riesgos, habrá que intentar aplicarlo.
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