Practico la conducción preventiva inconscientemente, mis ojos barren sin cesar el camino esperando la carrera del niño, la parada del anciano, el cruce del perro y el peligroso brazo del que señala; atento también al coche que se para de repente, que abre las puertas sin mirar y que gira sin avisar. De ese coche guardo las distancias, le dejo paso, me incomoda. Mi marcha se ralentiza a medida que surgen los obstáculos, la observación y la anticipación me van permitiendo circular sin pasar apuros, sabedor de que siempre hay alguien que te puede confundir con el bolo de la bolera, pero eso forma parte de lo inevitable y nadie puede ir en contra del destino.
jueves, 10 de diciembre de 2009
Con la bici por la ciudad
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen este blog. Gracias.