sábado, 26 de diciembre de 2009

La ciudad desierta






Cerró la puerta tras de sí encontrándose con calles vacías, no había gente, ni coches, ni animales, no había ruido. El día había amanecido despejado pero el sol aún no calentaba lo suficiente y hacía frío. Avanzando por la ciudad desierta empezó a sentir vértigo. Fuese lo que fuese lo que había sucedido había tenido que tener lugar durante la noche. El día anterior todo era normal, bullicio, coches, niños, luces... pero ahora todo era distinto, estaba solo y las preguntas se amontonaban en su mente ¿Habría sobrevivido alguien más?¿Sería él el único? y ¿Por qué él? Sabía que el abrigo no sería un problema tenía a su disposición toda la ropa del mundo pero el alimento podía llegar a serlo en un futuro, él no estaba acostumbrado a cazar o pescar, ni siquiera sabía si seguía habiendo animales. Decidió que lo mejor sería vivir de los productos que da la tierra y viajar, sabedor de que en cualquier lugar tendría cobijo. De repente algo lo saco de su ensimismamiento, vio alguien, no estaba solo, había más gente y se dijo: ¡Claro, hoy es Navidad! y este día la gente no madruga.

2 comentarios:

  1. Pues había uno a las 10 de la mañana en bici por el Alto del Infanzón,bajando los polvorones,pero prefiero omitir su nombre y creo que tampoco se encontró con nadie

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  2. Estan locos estos romanos.Blue

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