La imagen no vale más que mil palabras, el color no te dirá nada de la casa vacía, ni de las risas, ni las canciones, tampoco de los juegos... los años no la han hecho mejor, porque está muerta, guarda como un panteón los ecos de tiempos felices. Hay carreras de niños como ratones sobre la madera del primer piso y un agujero en el suelo donde se puede espiar lo que se hace en la cocina. En la salita una pequeña televisión se pone a rayas porque es masoquista y le gusta recibir de vez en cuando un manotazo en el costado que, como no puede ser de otra forma, devuelve la imagen en blanco y negro.
Sobre la pared pintada de cal quedan las marcas de las pelotas de tenis y resuenan los balones; alguno suena de otra manera al romper un cristal ¡Cosas de niños! Y no hay agua caliente, pero no importa, hay ollas lo bastante grandes y cazos lo bastante pequeños para rociarte la cabeza hasta lograr un buen aclarado. En ese lugar que ahora no dice nada, todos los días eran fiesta.
Me gusta más esta foto aunque fuera hecha en blanco y negro, está llena de colores y a pesar del tiempo los recuerdo tan bien que creo que podría pintarla con toda precisión.
Me gusta más esta foto aunque fuera hecha en blanco y negro, está llena de colores y a pesar del tiempo los recuerdo tan bien que creo que podría pintarla con toda precisión.
Muy buen relato!!!Existen recuerdos que siempre nos acompañarán para el resto de nuestra vida,la niñez es una etapa muy importante,es bonito recordar aunque a veces podemos sentir nostalgia.
ResponderEliminarBuen finde José.
Me emocionaste, bro!
ResponderEliminarYo también puedo pintar de colores las fotos de mi infancia, porque gracias a Dios fue estupenda.
Y no todos tienen esa fortuna.
Gracias por este instante de cielo.
Abrazo apretado y porteño!
Muy bonito Jose, que recuerdos tenemos todos, otra cosa es que los pongamos en valor, como tu nos acabas de enseñar.
ResponderEliminarUn saludo amigo
Me imagino que la casa de la foto no queda muy lejos de la casa del rayo, ¿no?.
ResponderEliminarLas fotos de la infancia de aquellos años cuentan muchas cosas. Quizás porque como no se suele tener muchas la información está mucho más comprimida.
Al margen de la nostalgia, resulta extraño comprobar con que poco éramos felices hace años, ahora parece que todo es una competencia por las nintendo, pspes, ipads, etc...el mundo no existe. Y si existe no importa, está metido dentro de una pantalla con la medida en pulgadas.
ResponderEliminarEl recuerdo es un dulce licor.
ResponderEliminarMuy buen relato que a quien mas quien menos nos pellizca el corazón en forma de recuerdos. Totalmente acertada la observación de la felicidad en el comentario. No es mas feliz quien mas tiene sino quien sabe disfrutar de lo que tiene.
ResponderEliminar