Higinio Barrientos, ¡Que cosas!

Si un blog tiene algo de diario uno debería contar de vez en cuando lo que de relevante le pasa en el día, si es que pasa algo relevante. A mi no me suele pasar nada extraordinario, de hecho nunca me pasa, pero no me deja de sorprender como de repente y sin razón aparente asaltan mi mente recuerdos de mi niñez. Esta tarde de camino a casa, si me sucedió algo extraordinario, me asaltó el recuerdo de Higinio Barrientos ¡que cosas!

Tengo que dar unas cuantas vueltas atrás en mi reloj del tiempo para situarme en la tienda de fotografía de mi tío-abuelo Arsenio Fernández, se llamaba "Foto Arfe", y estaba en la C/ Enrique Cangas, ahora C/ Begoña, frente a la fachada de la Iglesiona. Arsenio que había trabajado en los afamados laboratorios de foto Klark, llevaba como marcas de identidad las uñas ennegrecidas por los ácidos y el revelador, y una cojera que le acompañaba desde su infancia. Se había establecido ahí por su cuenta al término de la Guerra Civil. En el local de al lado había una peluquería de caballeros. Dos escalones y una puerta centrada daban paso a la peluquería de Higinio Barrientos, así rezaba el rótulo. Ayer sin esperarlo, vino el recuerdo como un flash back y apareció ante mi rostro reflejado en el espejo, la figura del peluquero, con su bigote negro cual Fígaro de opereta chasqueando las tijeras alrededor de mi cabeza -sí, una vez tuve pelo-. Parece que estoy viendo ahora la austera peluquería ¿cuánto de real habrá en lo que me imagino, en los dos sillones, en los espejos, en los peines y tijeras, en las máquinas cortapelo, en los secadores de mano, en las sillas de espera y en el reloj de pared?

Una cosa es segura, el recuerdo imborrable de mis tardes de merienda de pan bimbo con jamón york y una mesa atiborrada de comics del Capitán Trueno, El Jabato, El Guerrero del antifaz y las Joyas Literarias Juveniles.