Antes, todos se volvían a mirarla por lo preciosa que era, ahora lo hacen asustados al ver la cicatriz que mancilla su belleza. Yo fui el responsable, yo rompí la armonía de su óvalo perfecto y ahora soy esclavo de su dolor. No sé si es desesperación, o acaso valor, lo que hace que aún estemos juntos, pero hoy ha querido intentarlo de nuevo, hoy vuelve a estar frente a mi enmascarando sus nervios tras su sonrisa y recordándome, aun sin querer, la aciaga noche en que la teñí de sangre. Respiro hondo y una lágrima se desliza por mi mejilla cuando veo su único ojo posándose sobre mi mano trémula... debo continuar, soy el lanzador de cuchillos.
¡Jo tio afina la punteria!
ResponderEliminarGracias por tu aportación
Un besote enorme
¿lanzador de cuchillos por profesión circense o por naturaleza? (refiérome a un psicopatillo jeje)Está muy guapo el cuento :)
ResponderEliminar¡Pobre ella!
ResponderEliminarBesos desde el reino de muy muy lejano.
El micro me ha clavado uno.
ResponderEliminarBlogsaludos