De vuelta al Urriellu

Hace ya unos veintiséis años, cuando todavía no había la conciencia actual sobre la seguridad vial, un grupo de muchachos acostumbrábamos a viajar en un Citroen GS recorriendo los campos de fútbol de la ciudad. Esperábamos a que el coche arrancase para que se alzase aquella suspensión neumática, tan característica, y nos íbamos encajando dentro como un tetris.Viajaba mucha ilusión en aquel coche, mucho fútbol en las piernas y sobre todo en las cabezas. El conductor de aquel vehículo era Ismael. Isma fue para nosotros maestro en educación sana, la educación en el deporte, era el mejor entrenador que uno podía tener, vivía lo que hacía, sabía lo que quería y todo lo hacía con cariño.

Entre los fijos en aquellos tours futbolísticos estaba Manu que en estos años ha cambiado poco en lo físico y que conserva la misma vitalidad con la que corría la banda izquierda. Hace unos meses me emplazó a que le hiciera de guia hasta el Urriellu y ni corto ni perezoso se vino de Madrid a pasar un fin de semana que estoy seguro siempre recordará. Así, con Isma, Manu y Jose, mi compañero en eso de dar pedales, nos fuimos el sábado a recorrer la ruta que desde los invernales del Texu y pasando por el collado de Pandébano nos llevaría a la Vega de Urriellu, a los pies del Naranjo.
Un día inolvidable en la mejor compañía.