Podría extenderme contando la maravillosa experiencia que supone que a tu hijo se le caiga un diente a la una de la mañana, y cómo el ratoncito Pérez estuvo aguardando hasta las tres para recoger el dientecillo. También te podría contar que al ratoncito le podrían haber dicho lo de: "Tanto nadar, para morir en la orilla." Te podría hablar de la fe ciega de los niños en los Reyes Magos y de como el día en que esa magia se acabó, lo primero que uno preguntó, fue: entonces...el ratoncito Pérez, ¿tampoco existe?... ¿Hay respuesta? Sí, todos existen, al menos durante un tiempo todos existen.
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