lunes, 30 de mayo de 2011

Pasaporte a la inmortalidad

La vio avanzar lentamente asiéndose retorcida como el tronco de una vid a la barandilla que le servía de apoyo, detrás otra mujer la escoltaba acompañando cada uno de sus pequeños pasos con un impulso a la silla de ruedas. Cuántos grandes esfuerzos, cuántos minúsculos progresos en un intento inútil por retrasar lo inevitable. Todo hubiera sido muy distinto si aquel lejano día en que celebró su décimo octavo cumpleaños no hubiese rechazado la invitación a prolongar la noche que le hizo aquel joven elegante de rostro pálido como la luna que hoy la contemplaba sentado en el banco aprovechándose del débil sol de invierno. Ella siempre ignoró que con aquella negativa perdió la oportunidad de hacerse con un pasaporte hacia la inmortalidad.

2 comentarios:

  1. Oh Brother! Hací rato que no leía algo tan bello... Y no tiene nada que ver mi fascinación patológica por los hijos de la noche... Este micro es PERFECTO. Tan perfecto como la mismísima Inmortalidad. Gracias por este instante de cielo... o infierno. Como prefieras. Un beso grande desde la fría BsAs!

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  2. José Luis, es un texto muy bello, con dos interpretaciones, como mínimo. La que más me gusta es la de la inmortalidad del amor.
    Te dejo un gran abrazo.
    Humberto.

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