lunes, 6 de julio de 2009

La vuelta al concejo

Prólogo.
El pasado invierno fue un invierno extraño en el que hubo que poner en orden las cosas que a veces a uno se le desordenan en la cabeza, pero cuando se conoce el problema y también la solución hacer que las aguas vuelvan al cauce del que nunca debieron salir es mucho más fácil. Me autodiagnostiqué una disminución de bicimontanilina que tuve que recuperar a base de salir al campo y coger la bicicleta. Como conocía a otro que tenía el mismo diagnóstico aplicamos el mismo tratamiento y por partida doble.

La XVI Vuelta al concejo de Gijón.

Como estaba previsto los tres Josés que estábamos saliendo últimamente como un miniequipo nos plantamos en el recinto de Las Mestas desde donde se celebraría la salida y donde nos encontramos como no podía ser de otra manera con algunas caras muy conocidas, allí estaban entre otros muchos Fermín, los repechinos, Rubi y sus compañeros Raúl y Durán y nuestra compañera Luisa, buena compañía para compartir un día de bicicleta. Y así, con el ánimo de disfrutar de ese ambiente especial de camaradería y deportividad comenzamos a dar pedales bajo un cielo gris que nos cubrió durante buena parte de la jornada y que al principio nos dejó una lluvia tan fina que parecía que nos estaba rociando el de arriba con un pulverizador.

La primera parte del recorrido que nos llevó junto al picu’l sol era conocida y se solventó sin mayor problema que las típicas retenciones que ocasiona la Ley Del Embudo sobre todo en los descensos porque cuando el camino se pone mirando al cielo, si la pista es ancha, se ordena el pelotón y es otra ley la que impera la Ley Del Más Fuerte. La segunda parte a partir del picu San Martín con el descenso de La Madera y la subida a Peñaferruz donde se paró a comer deparó un pequeño esfuerzo al principio que quedó debidamente compensado con un prolongado descenso y una bonita trialera con el barro justo que disfruté como un niño hasta que de vuelta a la realidad la carretera se hormigonó y descubrió las rampas que nos llevaban a Peñaferruz.

Fue un consuelo encontrarse casi por sorpresa con que habíamos llegado al lugar de la comida. Siempre lo más duro es volver a dar pedales después del parón de la comida y con los sube-bajas que nos encontramos más aún.

Una parada más para reagrupar en la salida del Embalse de San Andrés de los Tacones y acometer la última parte de la vuelta, la subida a Monte Areo que deparó la grata sorpresa de no ser excesivamente dura y regalarnos estrechos senderos que en prolongados descensos nos volvieron a la entrada de Gijón.

Gracias a la Peña Pelayo por su estupenda organización y por descubrirnos esos caminos. El año que viene más.

1 comentario:

  1. Nos agrada que lo pasarais bien, ese era el objetivo. Os esperamos el año que viene.

    Btt Pelayo

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