jueves, 5 de noviembre de 2009

Che


Tenía la película del "Che" en la nevera sin decidirme a verla por temor a encontrarme, como suele pasar tan a menudo con el cine español, con una película en color rojo que hiciese apología del comunismo o del movimiento revolucionario y sin embargo, me he llevado la grata sorpresa de no encontrarme nada de eso en la película de Steven Soderbergh. Dos metrajes, uno para el éxito, "Che, el argentino"y otro para el fracaso "Che, guerrilla" retratan al hombre, seguramente el último romántico. La primera que se inicia con la reunión clandestina de México dónde se decide la revuelta armada hasta la toma de Santa Clara, presenta al Che como el revolucionario que debió ser, un idealista puro que tenía la clara determinación de ayudar a los más débiles, arrastraba su asma por las junglas cubanas y demostraba en la sede de las Naciones Unidas sus dotes de gran orador. La segunda parte con el Che ya en Bolivia deja constancia de su fuerza de voluntad, de sus convicciones profundas y de su muerte. Benicio del Toro resucita al ídolo para volverlo tan de carne y hueso que en las imágenes en blanco y negro uno puede llegar a creer que está viendo al mismísimo Ernesto Guevara.

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