miércoles, 16 de junio de 2010

Yo, Claudio


El agua no se acaba, los ángeles deben estar tomando diuréticos. La lluvia intensa de estos días además de deprimir, reduce las expectativas de ocio y limita los espacios. La gente se agolpa bajo los aleros y corre pegada a la fachada esquivando los paraguas y las salpicaduras de los coches. A mi, como al resto, la lluvia también me limita el espacio. En lugar de leer en el parque sintiendo el calor del sol y la brisa, cuando la hay, mato esperas viendo arrollar el agua por el parabrisas y sin poder estirar las piernas. Mientras, hago todo lo posible por no me perder en el sinfín de nombres e intrigas que aparecen en la novela de Robert Graves. Leyéndola cada vez encuentro más cierta la frase de Obélix, "Están locos estos romanos".

Yo Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico Esto-y-lo-otro-y-lo-de-más-allá (porque no pienso molestarlos ahora con todos mis títulos), que otrora, no hace mucho, fui conocido de mis parientes, amigos y colaboradores como "Claudio el Idiota", o "Ese Claudio", o "Claudio el Tartamudo" o "Cla-Cla-Claudio", o, cuando mucho, como "El pobre tío Claudio", voy a escribir la historia de mi vida.

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