martes, 19 de octubre de 2010

Como un rey




En ocasiones las imágenes suelen ser lo suficientemente explícitas como para no necesitar de ninguna explicación, pero te daré algunas sobre los momentos congelados que te posteo.

Afortunadamente, porque hasta en la desdicha hay que tener buena suerte, sólo faltaban unos pocos kilómetros para llegar a casa cuando en la salida de Monte Areo hacia Poago a Jose Manuel se le rompió el núcleo del buje de su rueda trasera. A mi, la verdad, lo del núcleo me sonaba a parte central del átomo pero enseguida tuve una demostración práctica de en que consiste la avería. Traducido a cristiano, que la rueda y los piñones giran cada uno por su lado, o sea, que es inútil dar pedales.

Entonces, lo que es una auténtica faena si vas solo, se convierte en una suerte cuando vas arropado entre la manada de "repechinos", porque en el grupo hay gente con la técnica y fuerzas suficientes como para dar pedales y al mismo tiempo llevarte en volandas aunque la carretera se ponga mirando hacia arriba. Cierto es que la ligereza del jinete ayuda, pero ahí queda eso.

3 comentarios:

  1. Es como jugar a ser remolcadores en el puerto de Gijón, y conseguimos un buen atraque.
    Además mi mano era la única que no tiraba de la mochila, en su lugar reposaba en......

    Como escribe Willy : Leer con voz de gitanillo lo siguiente “¡Ja que bien lo paseeemos!”

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  2. ¡Hey! ¡Hey! Vamos a dejar las cosas claras para no llevar a equívocos al personal, Canon "el barbaro" hizo un trato con el Sargento Playu, en que consiste dicho trato... en que yo lo remolcaba hasta casa,creo que mi parte está cumplida, y que luego él me remolcará el día que yo quiera y en la cuesta que yo quiera, por supuesto Canon no ha tenido ocasión de cumplir su parte,...pero a Dios pongo por testigo que la cumplirá.

    PD:Menos mal que era Jose,peso ligero, que si llega a ser otro,si esi en el que estais pensando, creo que igual se me hubiese estropeado algo de la bici "casualmente".

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  3. Bueno, bueno. Eso de que es una suerte no está tan claro. Tuve que soportar manoseos indecorosos, jadeos desvergonzados a cada lado de mis costados, uno que me decía que le había puesto las palpitaciones como nadie se las había puesto, un intento de asesinato simulando un atropello… y encima tengo que estar agradecido.
    Además, de ese trato con el Sargento Playu no tengo recuerdo alguno, aunque, como caballero, lo acepto. Él dirá cuando y donde. Yo elegiré el cómo (quiero decir con esto que me reservo el derecho a escoger donde enganchar el cable de grúa)

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