Eran las doce y media del mediodía cuando el sonido de un volador me hizo volver la vista al reloj. Puesto que no eran las señales horarias y tampoco estamos en fiestas no me fue difícil suponer el origen de aquel ruido. Salí de casa y al girar a la derecha vi la columna de humo negro que alzándose por encima de los edificios delataba la posición de la barricada. Era como un dèjá vu, aunque en realidad las movilizaciones de los trabajadores del astillero ya no tienen la dureza de antaño y la sociedad que ve como los cierres de empresas están a la orden del día, no siente ya el cierre de los astilleros como algo traumático, al fin y al cabo las prejubilaciones e indemnizaciones harán que el pase a la reserva sea para ellos menos doloroso de lo que, sin duda, será para otros y los problemas que antes eran ajenos ahora muchos los tienen en sus propias casas.
Creo que vale más dedicarse a la literatura, y como ayer al final el post trataba de Annabel Lee, os diré que "Annabel Lee" es el último poema que escribió Edgar Allan Poe y que la traducción que utilizó Santiago Auserón (Radio Futura) sin ser literal se aproxima mucho y se puede dar por buena.
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