Estoy metido de lleno en la lectura de las Legiones Malditas, el segundo libro de la trilogía de Santiago Posteguillo sobre la vida del general romano Publio Cornelio Escipión "El Africano", y me pasa con esta novela lo mismo que me ocurrió en su día con la trilogía de Alejandro Magno de Manfredi, y es que dejando al margen la ficción y centrándonos en la historia, lo vivido por aquellos hombres fue impresionante. Con diecisiete años estaba luchando contra los ejercitos de Aníbal en la Batalla de Tesino, con veinte estaba en la histórica batalla de Canae donde las legiones romanas fueron estrepitosamente derrotadas por Aníbal Barca a pesar de que los romanos triplicaban en número a los cartagineses (se estima que murieron entre 60.000 y 70.00o romanos en esa batalla), y con veinticinco, de general en Hispania, enfrentándose, con éxito, contra los mismos ejércitos cartagineses contra los que perecieron su padre y su tío. Después de conquistar Hispania, llevó la guerra a África donde derrotó definitivamente a los cartagineses y se ganó su apodo.
De Aníbal quedaba el recuerdo de los libros de historia de un general cartaginés que cruzó, en invierno, con sus elefantes los Pirineos y los Alpes, y se lanzó a la conquista de Roma, pero salvo entrar en la ciudad, poco les quedó a los romanos por defender de aquel general que estuvo librando batallas en sus puertas durante dieciocho años.
Hay vidas que son únicas, ningún otro las viviría ni en un millón de años.
De Aníbal quedaba el recuerdo de los libros de historia de un general cartaginés que cruzó, en invierno, con sus elefantes los Pirineos y los Alpes, y se lanzó a la conquista de Roma, pero salvo entrar en la ciudad, poco les quedó a los romanos por defender de aquel general que estuvo librando batallas en sus puertas durante dieciocho años.
Hay vidas que son únicas, ningún otro las viviría ni en un millón de años.
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