Murphy y la ciclogénesis

Nunca había oído hablar de la ciclogénesis pero a alguien le debió gustar mucho la palabra y nos la metió hasta en la sopa, radios, diarios y telediarios. Tanto hablar de la tormenta perfecta y la ciclogénesis trajo como consecuencia que viera, como dice alguno, gigantes donde sólo había molinos. Como otros temí al viento que tanto anunciaron y renuncié a la bicicleta la mañana de ayer. Mas allá de la remota posibilidad de que te caiga un árbol encima, que en mi caso sería certeza dada mi experiencia demostrada en cumplir con los postulados de la Ley de Murphy, lo que realmente me temía es que el viento hiciera imposible el pedaleo.
Fermín con el que siempre me tropiezo ultimamente me confirmó a la vuelta de su biciclogénesis costera que la mañana había sido estupenda y sin más viento que el habitual lo que me dicidió a continuar con el plan previsto, hacer una salidilla rápida por la tarde.
Quedé con José Manuel que apuntó en dirección al Picu'l Sol y hacia allí nos dirigimos. Sin pausa nos plantamos en la cima y tras hacer un par de fotos iniciamos el descenso. Como somos como somos en lugar de bajar por la pista de hormigón bajamos por la trialera que estaba llena de cotolles (Aquí es donde entro a cumplir con los postulados de esa ley que me persigue) resultando que cuando acabó el descenso y llegamos a la vía verde estaba pinchado de las dos ruedas. De la cubierta delantera estuve sacando pinchos diez minutos, pusimos la única cámara de repuesto que llevábamos y tiramos hasta casa parando en un par de ocasiones para hinchar la trasera. ¿Por qué sólo pinche yo? Preguntaselo a Murphy.