El pasado sábado dejé el coche en el estacionamiento del club de golf de la Lloreda y bajé por la senda hasta la playa de la Ñora. Al paso tranquilo que imponen mis jabatos, que se paran a cada rato a recoger palos o lanzar cañas al río, llegamos hasta su final disfrutando y descubriendo lo que la naturaleza nos ofrece con solo alejarnos un poco del casco urbano. Es una lástima pero apenas media docena de personas nos cruzamos en nuestra ruta, quizás mucha gente desconoce su existencia, tal vez no esté lo suficientemente publicitada y pierda caminantes en beneficio de la enlosada senda litoral o tal vez buscamos lejos lo que tenemos cerca. La senda está preciosa en otoño, sobre todo este que la escasez de lluvia permite recorrerla sin llenarse de barro, para eso y para enterrar las ruedas de la bici hasta el buje ya estará el invierno. Por dos veces nos encontramos con una ardilla curiosa que desde su atalaya arbórea nos analizaba, sabedora de llevar toda la ventaja y vimos setas, muchas hojas, pequeños puentes de madera, el río y cuando conseguí distanciarme lo suficiente de mis menudos acompañantes hasta pude disfrutar del silencio.
Si aún no la conoces te estás perdiendo la ruta más natural del concejo de Gijón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen este blog. Gracias.