jueves, 15 de octubre de 2009

Juego con la muerte


Juego con la muerte es el titulo de una película de Bruce Lee y también lo que hace la alpinista Edurne Pasabán. Ayer tuvo que renunciar a su decimotercer ochomil, el Shisha Pangma (8.027m.), la montaña no le abrió sus puertas y en su lugar invitó a Eolo a soplar de tal forma que el vivac que estaba aprovisionado para el asalto final desapareció por completo, no quedaron ni las cuerdas que lo sujetaban y después de todo el esfuerzo queda el descenso siempre acompañado de desencanto, frustraciones, dolor, cansancio, peligro... Los seracs siempre amenazantes y la certeza de que si uno no sale rápido de ahí quizá se quede para siempre. A Edurne Pasabán ya le había dedicado un post cuando las imágenes del dramático descenso del Kanchenjunga recorrían todos los telediarios y es que las ascensiones se están tornando épicas ahora que además de lograr la cumbre hay que tratar de hacerlo por delante de sus competidoras en la lucha por ser la primera mujer en ascender los catorce ochomiles. En esa carrera compite con la austriaca Gerlinde Kalterbrunner y la coreana Oh Eun-Sun, otra coreana que iba tras el record Go Mi-Sun falleció en julio en el descenso del Nanga Parbat. La coreana llevaba un año impresionante, con cuatro ascensiones a cumbres de más de 8000 metros en el Himalaya este año, pero en un estilo muy criticado por los alpinistas y montañeros occidentales. No sólo por la utilización de oxígeno suplementario para las ascensiones, sino porque en las últimas expediciones los serpas y miembros de la expedición ponían tanta cuerda que algunos no llevaban ni piloet. Según denunciaban alpinistas europeos en foros especializados. Además, para poder hacer varias expediciones a cumbres de 'ochomiles' en apenas unas semanas de distancia entre unas y otras Miss Go contaba con dos expediciones que simultáneamente iban preparando la montaña, 'cosiéndola' con cuerdas, mientras que ella hacía los desplazamientos entre los distintos campos base en helicóptero. Las prisas no sirven de nada cuando la que manda es la montaña y ahora sólo queda esperar el siguiente capítulo volver a intentar el Shisha Pangma o el Annapurna.

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